El mundo está
consternado a causa de tantos desastres naturales que están ocurriendo en todas
partes. Pero por otra parte, las guerras entre hermanos no paran, hay
disturbios en las calles de las ciudades latinoamericanas. Hay guerra y muerte
tras los desiertos del oriente. Hay crueldad, injusticia y abuso alrededor de
todo el globo. La codicia, el materialismo y la indiferencia al dolor ajeno,
reina en este mundo. A muchos seres humanos, se les ha enfriado el amor, se les
ha hecho el corazón de piedra.
Dios llama la atención
del hombre de distintas maneras, pero siempre comienza con llamados de amor.
Pero si después de muchos llamados de amor, el hombre sigue sin hacer caso, El
tiene que recurrir a otro sistema.
¿Qué haces tú si tu
hijo de dos años va a meter el dedo en el enchufe eléctrico?... ¿Te quedas
indiferente? Claro que no, le llamas la atención, le dices que no lo haga y si
el niño no te hace caso, tienes que ser más duro con él, pues es por su
bien...Lo mismo hace Dios. Si nos llama al buen camino una y otra vez y nos
endurecemos como piedra, entonces tiene que usar el cincel. Así es que no
debemos culpar a Dios cuando las cosas no van bien, sino examinar nuestros
propios corazones, meditar en nuestra conducta y reconocer nuestros errores.
Dios está llamando la
atención a la humanidad, le está pidiendo a gritos que se acerque a El, que
deje las armas, que deje el materialismo, la inmoralidad, la insensibilidad, la
maldad...porque se está destruyendo a sí mismo. Y El es el único que puede transformar
ese corazón de piedra en un suave corazón cálido y lleno de amor y de paz.
Si oyes hoy Su voz, no endurezcas el corazón.
Yo
les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les
arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón
de carne. Ezequiel 11:19
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