Esa noche me sentía
extraño, inquieto. Me puse de rodillas junto a mi cama, en la soledad de mi
habitación. El momento era tan especial, tan intenso, que parecía que el corazón
se me escaparía de dentro del pecho. Por primera vez en mi vida ¡iba a hablar
con Dios! Esa mañana de Domingo había asistido por primera vez a una iglesia
cristiana. Había sido un culto de salvación. Yo nunca había escuchado hablar de
Dios de la manera como lo hicieron allí. Las palabras del predicador habían
llegado a lo más profundo de mi ser.
Había hablado de la importancia de comunicarse con Dios. Había dicho que
cualquier persona podía hablar directamente con El y El le escucharía. Me
impresionó escuchar las oraciones de los miembros de la congregación, con tal
familiaridad, como la que se le tiene a un ser querido. Ahora yo quería hacer
lo mismo. Me dijeron que ahora soy un hijo de Dios porque al final del
servicio, recibí al Señor en mi corazón. Lloré mucho, como nunca lo había hecho
desde que era niño, pero mis lágrimas no eran de tristeza, sino de felicidad,
una felicidad inexplicable. Me dijeron que Cristo ya había perdonado todos mis
pecados, ¡cómo no iba a estar feliz!, si yo no merecía el perdón, había hecho
cosas terribles en mi vida. Pero me dijeron que no importaba, porque yo estaba
verdaderamente arrepentido y le había pedido perdón a Dios. Así de fácil, por
gracia de Dios y nada más.
Esa noche, ahí estaba, listo para hablar con Dios, pero no sabía cómo empezar. Sentía cierto temor y confusión, pero a la vez un anhelo muy grande dentro de mí. Mil y una preguntas se agolpaban en mi mente... ¿Realmente me escuchará?... ¿por qué habría de escucharme si yo nunca lo he tomado en cuenta en mi vida?... ¿qué debo decirle primero?...Cerré los ojos, pero ninguna palabra pudo salir de mi boca. Empecé a desalentarme y apoyé la cabeza sobre la cama. Nunca llegaría a poder pronunciar una oración como lo hacían los miembros de esa congregación, pensé. De pronto toda la habitación se iluminó. Traté de levantar la cabeza, pero sentí como que me pesaba mucho. Quise abrir los ojos, pero tampoco pude, la luz era demasiado intensa, la percibía a través de mis párpados.
Me estremecí al oír una voz que me decía:
- No te aflijas Omar. No te desalientes porque aun no sabes cómo orar a Dios. El no te pide que lo hagas de alguna manera en especial, El solo desea oír las palabras que salgan de tu corazón.
- ¿Quién eres tú que me habla?- pregunté, tratando de abrir mis ojos, sin conseguirlo.
- Soy un ángel enviado por el Señor. El está interesado en ti desde hace mucho tiempo. Esta mañana tuvimos fiesta en el cielo, cuando tú hiciste tu decisión de recibirlo como tu Señor y Salvador- Sentí un nudo en la garganta, ¿cómo era posible que Dios, el Creador del universo, estuviera interesado en mí? Entonces el ángel dijo:
Esa noche, ahí estaba, listo para hablar con Dios, pero no sabía cómo empezar. Sentía cierto temor y confusión, pero a la vez un anhelo muy grande dentro de mí. Mil y una preguntas se agolpaban en mi mente... ¿Realmente me escuchará?... ¿por qué habría de escucharme si yo nunca lo he tomado en cuenta en mi vida?... ¿qué debo decirle primero?...Cerré los ojos, pero ninguna palabra pudo salir de mi boca. Empecé a desalentarme y apoyé la cabeza sobre la cama. Nunca llegaría a poder pronunciar una oración como lo hacían los miembros de esa congregación, pensé. De pronto toda la habitación se iluminó. Traté de levantar la cabeza, pero sentí como que me pesaba mucho. Quise abrir los ojos, pero tampoco pude, la luz era demasiado intensa, la percibía a través de mis párpados.
Me estremecí al oír una voz que me decía:
- No te aflijas Omar. No te desalientes porque aun no sabes cómo orar a Dios. El no te pide que lo hagas de alguna manera en especial, El solo desea oír las palabras que salgan de tu corazón.
- ¿Quién eres tú que me habla?- pregunté, tratando de abrir mis ojos, sin conseguirlo.
- Soy un ángel enviado por el Señor. El está interesado en ti desde hace mucho tiempo. Esta mañana tuvimos fiesta en el cielo, cuando tú hiciste tu decisión de recibirlo como tu Señor y Salvador- Sentí un nudo en la garganta, ¿cómo era posible que Dios, el Creador del universo, estuviera interesado en mí? Entonces el ángel dijo:
- Dios te ama mucho
Omar y quiere tener una relación diaria y personal contigo. Ahora eres Su hijo,
háblale como lo harías con tu papá. Eso es orar. La oración es un acto de fe,
es la expresión máxima del espíritu del hombre. A través de la oración, puedes
compartir tus sentimientos, pensamientos y necesidades con tu Padre Celestial.
Dios es un interlocutor que sabe escuchar, que se interesa, que sabe
comprenderte con sabiduría perfecta- Yo escuchaba maravillado, pero aun estaba
un poco confuso. Quería saber muchas cosas y le dije:
- Pero ellos oran de
manera muy diferente a la que he escuchado en algunas de las pocas iglesias a
las que he asistido antes, cuando me llevaban de niño. Ahí solo se repetía lo
que ya estaba escrito en unos libros. Todos decían lo mismo, pero acá todos lo
hacen por su cuenta, dicen lo que ellos quieren- El ángel sonrió benévolamente
y respondió:
- El Santo Espíritu de Dios te ayudará a comprender todas las cosas. La oración debe ser personal y aunque todos estuviesen pidiendo lo mismo, cada quien puede hacerlo con sus propias palabras, como lo sienta en su corazón.
- ¿Pero entonces cómo debo orar, cómo empezar?
- Omar, no hay ninguna fórmula ni método para orar, pero Jesús dejó una oración que sirve de modelo: el Padrenuestro. Esta muestra que primero te debes dirigir a El, reconociéndolo como tu único y soberano Dios. Debes pedirle perdón por los pecados que cometiste en el día, de los cuales debes estar sinceramente arrepentido. Debes darle gracias por todo lo bueno y lo malo que te ha sucedido en el día, por tu vida, por tu trabajo, por tu familia...Reconoce que todo viene de El y que lo necesitas en todo momento. Cuéntale tus necesidades, pero somete todas tus peticiones a Su voluntad, porque El sabe lo que es mejor para ti. Y todo lo que le pidas, hazlo en el nombre de Su Hijo, Jesucristo.
- ¿Y qué tengo que hacer para que me responda?
- Si oras con fe, si andas en obediencia y si eres perseverante, Dios responderá a tus oraciones, pero si no lo hace pronto, no te desesperes, Dios tiene Su tiempo y Sus propios planes para ti. Si una petición demora mucho en ser contestada, puede ser porque no es Su tiempo o porque tal vez lo que le pides no entra en Sus planes, pues a ti no te conviene. Hay que confiar siempre en sus decisiones, porque El nunca se equivoca. Confía en Su sabiduría.
La voz del ángel se fue desvaneciendo y la luminosidad se fue haciendo más tenue. Cuando por fin pude abrir los ojos, miré a mi alrededor, pero no había nadie. ¿Había sido un sueño?, no podría asegurarlo. Lo único que sabía con certeza era que Dios me amaba y que quería que yo le abriera mi corazón y hablara con El, así como un padre anhela oír a su pequeño hijito, la primera vez que lo llama: papá.
- El Santo Espíritu de Dios te ayudará a comprender todas las cosas. La oración debe ser personal y aunque todos estuviesen pidiendo lo mismo, cada quien puede hacerlo con sus propias palabras, como lo sienta en su corazón.
- ¿Pero entonces cómo debo orar, cómo empezar?
- Omar, no hay ninguna fórmula ni método para orar, pero Jesús dejó una oración que sirve de modelo: el Padrenuestro. Esta muestra que primero te debes dirigir a El, reconociéndolo como tu único y soberano Dios. Debes pedirle perdón por los pecados que cometiste en el día, de los cuales debes estar sinceramente arrepentido. Debes darle gracias por todo lo bueno y lo malo que te ha sucedido en el día, por tu vida, por tu trabajo, por tu familia...Reconoce que todo viene de El y que lo necesitas en todo momento. Cuéntale tus necesidades, pero somete todas tus peticiones a Su voluntad, porque El sabe lo que es mejor para ti. Y todo lo que le pidas, hazlo en el nombre de Su Hijo, Jesucristo.
- ¿Y qué tengo que hacer para que me responda?
- Si oras con fe, si andas en obediencia y si eres perseverante, Dios responderá a tus oraciones, pero si no lo hace pronto, no te desesperes, Dios tiene Su tiempo y Sus propios planes para ti. Si una petición demora mucho en ser contestada, puede ser porque no es Su tiempo o porque tal vez lo que le pides no entra en Sus planes, pues a ti no te conviene. Hay que confiar siempre en sus decisiones, porque El nunca se equivoca. Confía en Su sabiduría.
La voz del ángel se fue desvaneciendo y la luminosidad se fue haciendo más tenue. Cuando por fin pude abrir los ojos, miré a mi alrededor, pero no había nadie. ¿Había sido un sueño?, no podría asegurarlo. Lo único que sabía con certeza era que Dios me amaba y que quería que yo le abriera mi corazón y hablara con El, así como un padre anhela oír a su pequeño hijito, la primera vez que lo llama: papá.
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