La sencillez de Dios

La vida en realidad es sencilla pero nosotros la complicamos. Lo complicados que somos lo podemos ver en la cantidad de trámites que se tienen que hacer para obtener permiso para hacer algunas cosas... y eso que vivimos en un país libre...o para sacar pasaporte...y eso que la tierra es de todos...o para matricular a los niños en el colegio...y eso que la educación es obligatoria...o para darse de alta en la Secretaría de Hacienda...y eso que es para pagarles tus impuestos, igual te complican...En fin, trámites, trámites y trámites y palabrería vana. Ni hablar del rubro legal, ahí sí que son los campeones de la complicación. En alguna parte leí que si un abogado hubiera escrito el Padre Nuestro, la sola frase: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" diría así:
«Con los debidos respetos, solicitamos y pedimos que, debido a que es necesario hacer una provisión adecuada, en este día y fecha arriba escritos, para satisfacer las necesidades nutricionales de los peticionarios, y para organizar los métodos de almacenamiento y distribución, como se juzgue conveniente y necesario, así como apropiado para asegurar la recepción por y para dichos peticionarios de tal cantidad de productos (llámese pan) se nos conceda la cantidad suficiente de estos productos».
Nos gustan las cosas complejas. Dios en sencillo en todas sus enseñanzas. La religión las complica. Mediante la religión, se hace complicado acercarse a Dios, la gente lo ve inalcanzable, tan inalcanzable, que tiene que recurrir a una variedad de "intermediarios" para llegar a El, pero Dios, que no es nada complicado, nos ha dado un solo mediador: Jesucristo, Su Hijo. No necesitamos a nadie más, ¡sin complicación!
Hasta un niño puede acercarse a Dios, solo hablándole como le habla a su papá. Si todos nos hacemos como niños delante de Dios y le hablamos como a nuestro Padre que es, sin palabras complicadas, sin palabras aprendidas, sin repeticiones, El nos escucha y no solo nos escucha, sino que se complace en escuchar.
El es un Dios sin barreras, está al alcance de cualquier corazón que lo busque. No hay caminos cruzados, ni bifurcaciones que compliquen nuestro acceso a El. Al contrario, se facilita si vas de la mano de Jesús, quien es el verdadero camino que nos lleva a El.
¿Te has acercado a Dios de esta manera? ¿Le has hablado como un hijo a su padre?, en forma sencilla, con tus propias palabras. Si no lo has hecho, puedes hacerlo hoy mismo, no esperes más.