miércoles, 6 de abril de 2016

LA JUVENTUD SE VA


Cuando somos jóvenes pensamos que nunca vamos a envejecer o que falta mucho tiempo para eso. Pero los años pasan muy rápido y la juventud empieza a formar parte de nuestros recuerdos. Empezamos a notar que caminamos más lento, que no podemos comer todo lo que se nos antoja, que se nos olvidan las cosas, que nuestro rostro ha perdido su lozanía y que además, la fuerza de gravedad se ha impuesto en varias partes de nuestro cuerpo. Estamos envejeciendo.
Envejecer es una palabra que aterroriza a muchos hombres y mujeres, pero nadie está exento de llegar a esa etapa de la vida, los jóvenes más rozagantes y las mujeres más bellas van a tener que entrar por esa temida puerta que lleva a la llamada actualmente: tercera edad. Así que lo mejor es tener una buena actitud hacia lo inevitable.
Algunas mujeres quizá recurran a los cosméticos y secretitos de belleza para poder prolongar un poco más su aspecto juvenil. Otras incluso recurrirán a una solución más dramática: la cirugía plástica, aunque con el riesgo de quedar peor, pues no es raro que esto suceda si no encuentran un buen cirujano.
Quizá la edad se logre disimular con cosméticos y cirugía plástica, pero nadie se puede engañar a sí mismo. No existe artificio ni cirugía plástica que nos haga ignorar la realidad que llevamos por dentro. Esas dolencias que vienen y van a causa de la edad, nos recuerdan a cada instante que estamos envejeciendo y aunque tengamos un cutis que proclame diez años menos gracias a una cirugía, esos diez años más que en realidad llevamos a cuestas, se van a hacer sentir en todo su esplendor en nuestro organismo.
En estos tiempos en que se pone tanto énfasis en el cuidado del cuerpo, todos esos jóvenes que salen a correr por las mañanas, que van al gimnasio y toman ocho vasos de agua y cinco frutas diariamente, tampoco podrán prolongar su juventud por mucho tiempo, sin embargo, a pesar de que todo eso está muy bien y es bastante recomendable, la vejez llegará a ellos, tarde o temprano. Nadie puede detener el tiempo, pues nadie puede ir en contra de las leyes de la naturaleza que dicta el Creador.
En la literatura existe un personaje que seguramente todos conocemos: Dorian Gray. Este joven estaba obsesionado con conservar su juventud y belleza y esa obsesión lo cegó tanto, que llegó al grado de hacer un pacto con el mismísimo Satanás, con lo cual logró su objetivo, pero a un precio demasiado alto. La obra de Oscar Wilde muestra que el diablo actúa de manera integral. Con Dorian Gray, no solo obró en su físico, sino que también en su alma, volviéndola tan horrible como el retrato que envejecía día a día, mientras Dorian conservaba su juventud a pesar de que pasaban los años. De ser un joven hermoso, con un encanto que cautivaba a todas las personas que lo conocían, pasó a ser un individuo despreciable, insoportable y perverso, al que todos rechazaban. De nada le sirvió conservar su hermosura y belleza, si su corazón cada día se volvía más horrible. No le importaba utilizar a las demás personas para conseguir lo que quería, no le importaba hacer sufrir a las mujeres que se enamoraban de él, carecía de escrúpulos y vivía para sus propios placeres únicamente. Satanás le había dado algo más que la juventud eterna, lo había convertido en un hedonista con un corazón de piedra. Finalmente, el eterno joven Dorian Gray se dio cuenta de su gran error, pero ya era demasiado tarde. Terminó por aborrecerse a sí mismo y sentir repugnancia por su belleza incorruptible. Lo que antes le significaba la admiración de los que le rodeaban, ahora se había convertido en la peor de las torturas.
Los ojos del mundo están puestos en lo superficial, en el exterior de las personas, importando poco su interior. La belleza física y la juventud son los “valores” más tomados en cuenta en estos tiempos, excepto claro, si se trata de una persona que no goza de gracia física, pero tiene los bolsillos llenos, entonces sí recibe todos los halagos, todas las consideraciones, todos los respetos de parte de los demás y puede ponerse tan feo y tan viejo como quiera, porque eso no va a afectar su popularidad. Así es el mundo en el que vivimos, un mundo muy lejos de Dios en donde manda la vanidad y el dinero, un mundo materialista y engañado por el enemigo de Dios, el mismo que Oscar Wilde presenta en su novela, como el maligno personaje que convierte en un infierno la existencia de su personaje central.
La juventud y la belleza son algo efímero, son elementos que tienen caducidad. En este mundo actual se le da una importancia excesiva al aspecto físico, olvidando que la cualidad verdaderamente importante en el ser humano es el aspecto de su corazón. El corazón tiene la edad y la belleza que cada uno de nosotros quiere que tenga. Un corazón lleno de resentimiento y amargura será un corazón viejo, aunque esté dentro de una persona joven. Igualmente, un corazón en donde abunda el amor, un corazón que sabe perdonar y gozar de lo bueno de la vida, será un corazón joven, aunque habite en un anciano.

“La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez.” Proverbios 20:29 RV



Angélica García Sch.

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