Este mensaje va dirigido a aquellas
mujeres que algún día serán mamás y a las que ya lo son y aun tienen a sus
madres consigo. Cuando tú seas madre, podrás comprender a la tuya. Qué lástima
si esto ocurriera cuando fuera ya tarde para decirle: "Mamá, ahora sí te
comprendo".
El arte de ser madre se aprende en base a las propias experiencias y no es fácil. Ser madre te proporcionará muchas satisfacciones, pero también habrá sinsabores. Tendrás momentos de alegría, tristeza y hasta enojo. Reirás con tus hijos, pero también llorarás con ellos y por ellos. Como madre, tendrás que aprender a manejar una gama muy compleja de emociones y tu sensibilidad será muchas veces incomprendida. Al momento de tener a tu primer hijo, te darás cuenta de que tu vida jamás volverá a ser la misma. Con el paso del tiempo, irás descubriendo muchas cosas. Descubrirás un día que ese bebito que tuviste un día, indefenso, en tus brazos, parece no necesitarte más. ¿Cuándo creció que no te diste cuenta?...Estabas tan ocupada en criarlo, educarlo, alimentarlo, cuidarlo, que...no te percataste. Si apenas ayer, su boquita pronunciaba por primera vez la palabra ¡mamá!, una experiencia inolvidable, la más tierna caricia a los oídos de una madre. Pero has de saber que hay hijos que con esa misma boquita, cuando han crecido, pronuncian palabras hirientes, como: "Mamá, no te metas en mi vida" o "Mamá no me digas lo que tengo que hacer" o "Mamá no me estés molestando, yo sé lo que hago"...y hasta cosas peores. Es de esperar que cuando tú seas madre no sufras esa clase de experiencia que duele hasta el alma.
El arte de ser madre se aprende en base a las propias experiencias y no es fácil. Ser madre te proporcionará muchas satisfacciones, pero también habrá sinsabores. Tendrás momentos de alegría, tristeza y hasta enojo. Reirás con tus hijos, pero también llorarás con ellos y por ellos. Como madre, tendrás que aprender a manejar una gama muy compleja de emociones y tu sensibilidad será muchas veces incomprendida. Al momento de tener a tu primer hijo, te darás cuenta de que tu vida jamás volverá a ser la misma. Con el paso del tiempo, irás descubriendo muchas cosas. Descubrirás un día que ese bebito que tuviste un día, indefenso, en tus brazos, parece no necesitarte más. ¿Cuándo creció que no te diste cuenta?...Estabas tan ocupada en criarlo, educarlo, alimentarlo, cuidarlo, que...no te percataste. Si apenas ayer, su boquita pronunciaba por primera vez la palabra ¡mamá!, una experiencia inolvidable, la más tierna caricia a los oídos de una madre. Pero has de saber que hay hijos que con esa misma boquita, cuando han crecido, pronuncian palabras hirientes, como: "Mamá, no te metas en mi vida" o "Mamá no me digas lo que tengo que hacer" o "Mamá no me estés molestando, yo sé lo que hago"...y hasta cosas peores. Es de esperar que cuando tú seas madre no sufras esa clase de experiencia que duele hasta el alma.
No te molestes ahora con tu madre si
ella se preocupa por ti y ya no eres una niña, así también lo harás tú con tus
hijos. Es que el paso del tiempo no disminuye el amor y el interés de una madre
por sus hijos. A ella le sigues importando en la misma medida que cuando eras
una niña. No desprecies sus atenciones, no te molestes porque te pregunta
adónde vas. Pedirle a una madre que no se preocupe por sus hijos, va contra la
naturaleza que Dios le dio, ¿es eso tan difícil de comprender?
Sé una hija agradecida. Tu madre no te
ha dado todo lo que te ha dado, esperando ser retribuida, porque el amor de
madre es incondicional, pero su corazón se llenará de alegría si le diriges una
palabra de cariño y gratitud. Escucha los consejos de tu madre con respeto,
aunque no estés de acuerdo con sus ideas. No seas respondona ni altanera. Hay muchas
cosas que cuando eres joven no te parecen justas, pero cuando tú seas madre, te
darás cuenta que ella razón. Ella tiene el deber de corregirte, cuando lo hace
no está más que cumpliendo parte de la misión que Dios le dio.
Si aun tienes la dicha de tener una
madre, piensa en todas estas cosas. No esperes a que ella se haya ido para
reconocer el gran amor que te tuvo. Cuántos hay en este mundo que ya no la
tienen ¡valórala, respétala, escúchala, ámala! como se merece. Por último,
grábate estas palabras y nunca las olvides: Así como yo quisiera que fueran mis
hijos conmigo, así debo ser yo con mi madre.
Oye,
hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre. Proverbios 1:8

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