La idea de que las
tareas domésticas corresponden solo a la mujer, es obsoleta. En estos tiempos
muchas mujeres casadas contribuyen a la economía familiar, trabajando fuera del
hogar y le hacen la carga menos pesada a su marido. Pero hay mariditos que
nunca quieren ayudar en casa, a pesar de que sus esposas sí colaboran con ellos
con el gasto.
Hay muchos matrimonios
en crisis por la falta de colaboración de parte del esposo y los hijos. La
mujer se siente incomprendida, inconforme, frustrada, explotada, enojada y
agotada. Parece ser que todos piensan que es un robot que nunca se cansa y que
no necesita nada y además que siempre debe estar lozana y de buen humor...¿Te
resulta familiar esta situación?... ¿Está pasando algo semejante en tu
vida?.... ¿Te sientes desesperada al ver que hagas lo que hagas y digas lo que
digas, tu familia no responde?
Hay cosas que tal vez
debas dejar de hacer y palabras que debas dejar de pronunciar. Si lo has
intentado todo sin resultados, tal vez debas cambiar de método. Quizá el
problema se base en que desde el principio acostumbraste a toda tu familia a
que tú eres la que lo haces todo. Han pasado los años y estás demasiado cansada
y con razón. Pides ayuda, pero no hay respuesta. Tus hijos adolescentes dejan
todo tirado y ni sus camas son capaces de hacer. Andas de mal humor y tu marido
te lo reprocha, tus hijos te tachan de gruñona y hasta el gato ya ni te
ronronea.
La solución está en un
cambio de actitud de parte de todos y cada uno de los miembros de la familia.
Tú quieres que tu marido cambie, pero tienes que ser honesta contigo misma,
hazte un autoanálisis. Puedes descubrir que hay ciertos aspectos de tu carácter
y conducta que no están contribuyendo a que él mejore los suyos. A los hombres
no les gusta que les hagan reproches. Tampoco les gusta que la mujer hable
mucho, les gustan las cosas directas y al grano, así es que tienes que ser
breve y específica cuando le plantees algún problema. No le restriegues a cada
rato que es un desconsiderado. Esto no lo animará a que brinque de entusiasmo
para ayudarte, sino que lo más seguro es que se acomode bien en su sillón
favorito en señal de protesta.
Si tu marido es de los
que usa el machista pretexto de que las cosas de la casa, solo incumben a la
mujer, debes explicarle que eso no le quita su masculinidad y además le
proporcionará atractivos beneficios el ayudarte en las tareas domésticas, como
por ejemplo, gozará de mejor salud, gracias al ejercicio, se sentirá más ágil y
ligero. Además, tendrá a una esposa menos cansada por las noches y que andará
cariñosa y de buen humor.
Si el pretexto que usa
es que no sabe hacer quehaceres domésticos, simplemente enséñale, ¡no puede ser
tan inútil! Halágalo cada vez que haga algo bien, el halago, hará que la
próxima vez lo haga mejor. Los hombres son como niños, les encanta que se les
celebre. Les gusta ser admirados y que sus esposas los elogien delante de las
visitas.
Muchas veces los
maridos no ayudan a sus esposas por puro orgullo. Consideran un insulto a su
masculinidad ser un subordinado en su propia casa, acatando las órdenes de su
mujer. No permitas que tu necesidad de ayuda, te haga dar órdenes a los demás.
El tono de voz y la manera como pidas las cosas, es muy importante. Un tono
suave y cariñoso podrá hacer mucho más que uno autoritario. Pero si por las
buenas no pasa nada, bueno, te verás obligada a levantar la voz, pero evitalo
las veces que puedas.
El asunto es que dejes
de ser la mártir, no eres tú la que tenga que hacerlo todo, delega
responsabilidades, el que ensucie, que limpie, el que tire, que recoja, etc. Si
en todos los hogares se acostumbrara así, las ciudades estarían más limpias,
porque los buenos hábitos se forman en el hogar y se practican dentro y fuera
de él.
La comunicación es
indispensable en la familia. Al participar todos y ser tomadas en cuenta sus
opiniones, respecto a los quehaceres cotidianos, se sentirán involucrados y
dejarán de pensar que "esto es algo que solo incumbe a mamá".
Encomienda al Señor la
armonía de tu hogar, pídele paciencia y sabiduría para enfrentar las
contrariedades que se presentan en tu casa, con tu marido e hijos. No dejes que
tu matrimonio se deteriore porque tu esposo no te tiene consideración y no
quiere ayudar en nada. Algunos hombres son diamantes en bruto (aunque tú
pienses que el tuyo es solo esto último) Tal vez solo necesite una buena
pulida, para convertirse en una joya preciosa. Y ya sabes que Jesucristo es el
experto joyero a quien debes encargar ese trabajito. El puede hacer maravillas,
aun en los casos más difíciles. ¡Así que no pierdas la esperanza!
Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:10

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