lunes, 7 de enero de 2013

La familia, un equipo




La idea de que las tareas domésticas corresponden solo a la mujer, es obsoleta. En estos tiempos muchas mujeres casadas contribuyen a la economía familiar, trabajando fuera del hogar y le hacen la carga menos pesada a su marido. Pero hay mariditos que nunca quieren ayudar en casa, a pesar de que sus esposas sí colaboran con ellos con el gasto.
Hay muchos matrimonios en crisis por la falta de colaboración de parte del esposo y los hijos. La mujer se siente incomprendida, inconforme, frustrada, explotada, enojada y agotada. Parece ser que todos piensan que es un robot que nunca se cansa y que no necesita nada y además que siempre debe estar lozana y de buen humor...¿Te resulta familiar esta situación?... ¿Está pasando algo semejante en tu vida?.... ¿Te sientes desesperada al ver que hagas lo que hagas y digas lo que digas, tu familia no responde?
Hay cosas que tal vez debas dejar de hacer y palabras que debas dejar de pronunciar. Si lo has intentado todo sin resultados, tal vez debas cambiar de método. Quizá el problema se base en que desde el principio acostumbraste a toda tu familia a que tú eres la que lo haces todo. Han pasado los años y estás demasiado cansada y con razón. Pides ayuda, pero no hay respuesta. Tus hijos adolescentes dejan todo tirado y ni sus camas son capaces de hacer. Andas de mal humor y tu marido te lo reprocha, tus hijos te tachan de gruñona y hasta el gato ya ni te ronronea.
La solución está en un cambio de actitud de parte de todos y cada uno de los miembros de la familia. Tú quieres que tu marido cambie, pero tienes que ser honesta contigo misma, hazte un autoanálisis. Puedes descubrir que hay ciertos aspectos de tu carácter y conducta que no están contribuyendo a que él mejore los suyos. A los hombres no les gusta que les hagan reproches. Tampoco les gusta que la mujer hable mucho, les gustan las cosas directas y al grano, así es que tienes que ser breve y específica cuando le plantees algún problema. No le restriegues a cada rato que es un desconsiderado. Esto no lo animará a que brinque de entusiasmo para ayudarte, sino que lo más seguro es que se acomode bien en su sillón favorito en señal de protesta.
Si tu marido es de los que usa el machista pretexto de que las cosas de la casa, solo incumben a la mujer, debes explicarle que eso no le quita su masculinidad y además le proporcionará atractivos beneficios el ayudarte en las tareas domésticas, como por ejemplo, gozará de mejor salud, gracias al ejercicio, se sentirá más ágil y ligero. Además, tendrá a una esposa menos cansada por las noches y que andará cariñosa y de buen humor.
Si el pretexto que usa es que no sabe hacer quehaceres domésticos, simplemente enséñale, ¡no puede ser tan inútil! Halágalo cada vez que haga algo bien, el halago, hará que la próxima vez lo haga mejor. Los hombres son como niños, les encanta que se les celebre. Les gusta ser admirados y que sus esposas los elogien delante de las visitas.
Muchas veces los maridos no ayudan a sus esposas por puro orgullo. Consideran un insulto a su masculinidad ser un subordinado en su propia casa, acatando las órdenes de su mujer. No permitas que tu necesidad de ayuda, te haga dar órdenes a los demás. El tono de voz y la manera como pidas las cosas, es muy importante. Un tono suave y cariñoso podrá hacer mucho más que uno autoritario. Pero si por las buenas no pasa nada, bueno, te verás obligada a levantar la voz, pero evitalo las veces que puedas.
El asunto es que dejes de ser la mártir, no eres tú la que tenga que hacerlo todo, delega responsabilidades, el que ensucie, que limpie, el que tire, que recoja, etc. Si en todos los hogares se acostumbrara así, las ciudades estarían más limpias, porque los buenos hábitos se forman en el hogar y se practican dentro y fuera de él.
La comunicación es indispensable en la familia. Al participar todos y ser tomadas en cuenta sus opiniones, respecto a los quehaceres cotidianos, se sentirán involucrados y dejarán de pensar que "esto es algo que solo incumbe a mamá".
Encomienda al Señor la armonía de tu hogar, pídele paciencia y sabiduría para enfrentar las contrariedades que se presentan en tu casa, con tu marido e hijos. No dejes que tu matrimonio se deteriore porque tu esposo no te tiene consideración y no quiere ayudar en nada. Algunos hombres son diamantes en bruto (aunque tú pienses que el tuyo es solo esto último) Tal vez solo necesite una buena pulida, para convertirse en una joya preciosa. Y ya sabes que Jesucristo es el experto joyero a quien debes encargar ese trabajito. El puede hacer maravillas, aun en los casos más difíciles. ¡Así que no pierdas la esperanza!

Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:10

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