"Oye
a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la
menosprecies" Proverbios 23:22
-¡Soy
una vieja inútil, ya no sirvo para nada, no soy más que un estorbo!, exclamó la
anciana al tirar torpemente su taza de té.
-
Abuelita, no digas eso. Eres útil por el solo hecho de estar con nosotros-
respondió el mayor de sus nietos, mientras se disponía a limpiar lo derramado. A la abuela se le
asomaron las lágrimas. Esa frase le había llegado al corazón. Ese jovencito
había expresado en pocas palabras el sentido de su existencia. No supo qué
decir, solo se quedó observándolo con ternura.
Como
esta anciana, hay muchos hombres y mujeres, que llegados a la llamada tercera
edad, se sienten inútiles, porque sus manos, se vuelven un poco torpes y porque
ya no pueden realizar las tareas a las que estaban acostumbrados. Esto sucede
sobretodo en aquellas personas que siempre fueron muy activas y cargaban con muchas
responsabilidades y siempre se exigían demasiado a ellas mismas, aun a costa de
su salud. Para ellas es muy difícil adaptarse a una vida más calmada, sin tanto
trajín. Muchas abuelitas quieren intervenir en las tareas domésticas, para
sentirse útiles, para no sentirse una carga. Hay que comprenderlas y no
manifestar fastidio ante su lentitud. Hay que dejar que hagan lo que esté al
alcance de sus posibilidades y nunca reprocharles si algo no les sale bien.
Es
una vergüenza como algunas personas se expresan de los ancianos,
despectivamente, como si ellos nunca fuesen a ser como ellos. Los ancianos
somos nosotros mismos en pocos o muchos años más. No son seres de otra galaxia,
son nuestros padres o los padres de nuestros padres, que merecen todo nuestro respeto.
Existe una falta de respeto detestable hacia los ancianos hoy en día, hasta se
hace burla de ellos en algunos programas de televisión. Gracias a Dios, que hay
organizaciones que trabajan en pro de la tercera edad.
La
Palabra de Dios dice: "Delante de las canas te levantarás, y honrarás el
rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor, yo Jehová" (Levítico
19:32) Este es un mandamiento de Dios, desconocido por muchos. Es una tristeza
que los asilos estén llenos de ancianitos, cuyas familias los han desechado
como muebles inservibles.
En
este mundo que se ha vuelto tan insensible, es muy común escuchar, refiriéndose
a un adulto mayor: "él ya vivió”... ¿es que llegar a la tercera edad
significa ya estar muerto?, qué frase tan ridícula y además, cruel. Mucha gente
ha llegado a realizar lo que más desearon en su vida, después de los sesenta.
Algunos hijos les dicen a sus padres: "No se metan en mi vida, ustedes ya
vivieron la suya"... ¿vivieron?, ¿es que acaso no están vivos aun? Qué
insensatez las de algunos jóvenes, que no saben que algún día rendirán cuentas
delante de Dios por estas cosas.
"Juventud
divino tesoro" es una frase célebre de Rubén Darío, que expresa una gran
verdad. La juventud es la etapa de la vida humana donde pensamos que nos podemos
comer al mundo, que todo nos es posible. La juventud es un tesoro que se debe
invertir muy bien, pues es un tesoro que un día, inevitablemente se va a
perder. Pero la vejez también es un tesoro, que no se debe despreciar. Son los
años preciosos acumulados, llenos de vivencias archivadas en el corazón y
experiencias útiles para compartir y enseñar a los más jóvenes. La Palabra de
Dios dice: "La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los
ancianos es su vejez" (Proverbios 20:29) Para Dios, la tercera edad es
hermosa.
Si
eres una persona mayor, que se siente inútil por no poder hacer lo que hacías
antes, no te desesperes ni te amargues por eso. Acéptalo como algo normal y
dedícate a hacer lo que antes no podías hacer por falta de tiempo. No te exijas
esfuerzos que no te son posibles. Dedícate a disfrutar de tus nietos, que es
como tener a tus hijos chiquitos otra vez. Deléitate al contemplar una puesta
de sol, una tarde de lluvia, el trinar de los pájaros, la lectura de un buen
libro, en fin, tantas cosas que no habías tenido tiempo de hacer. Ya
trabajaste, ya hiciste todo por tus hijos, ahora es tiempo de descansar de esos
trabajos. Nunca te sientas un estorbo para tu familia. Recuerda que eres útil,
solo por el hecho de estar junto a ellos.
"Pero
si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan estos primero a ser piadosos
para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo
bueno y agradable delante de Dios"
1
Timoteo 5:4
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