La
palabra anarquía se define en el diccionario como: “Falta de todo gobierno en
un Estado” y también como: “Desorden, confusión o barullo por ausencia o
flaqueza de una autoridad.” Y en términos vulgares se puede definir como: “La
facultad de hacer lo que a cada quien le venga en gana.”
Gran
parte de la sociedad actual puja por la anarquía en todo orden de cosas, lucha
por convencer a los demás que hay que ir en contra de lo establecido y se
manifiesta en contra de toda forma de autoridad. Aquellos que más pelean por tener
la libertad de actuar por su cuenta son quienes más necesitan ser controlados,
pues son personas que no conocen límites y los límites son necesarios al ser
humano desde su más tierna edad. Una sociedad sin límites ni leyes que respetar
y sin autoridades a quienes obedecer, representa un caos para cualquier nación.
Libertad no es sinónimo de libertinaje. Todo ser humano tiene derecho a
defender sus derechos, pero es importante reflexionar en la forma que algunos
lo hacen.
Dios
representa la primera autoridad en la vida del ser humano. Para la primera
pareja humana el no reconocer su autoridad le significó la expulsión del
paraíso, donde lo tenían todo y tuvieron que empezar a vivir una vida de
trabajo, esfuerzo, dolor, sufrimiento, enfermedad y finalmente: la muerte. Desde
entonces la raza humana carga con esta herencia a causa de la desobediencia de
ellos, pero aun así, muchos seres humanos siguen en rebelión contra la
autoridad de Dios y estas mismas personas resultan ser quienes tampoco quieren
reconocer a sus autoridades terrenales.
La
primera pareja humana no tomó en cuenta la advertencia de Dios, pero sí hizo
caso a las palabras del diablo, por esta razón quedó éste como amo y señor de
la raza humana aquí en la tierra. Así que están muy equivocados quienes culpan
a Dios por lo malo que sucede en este mundo porque quien realmente gobierna este
mundo es Satanás, como dice 1 Juan 5:19 (RVC): “Sabemos que somos de Dios, y
que el mundo entero está bajo el maligno.” La Biblia dice que el mundo
está bajo el control de Satanás, ¿se explica entonces por qué tanta
depravación, tantas guerras, tanta maldad?
En
este siglo, como nunca antes estamos viendo cómo el hombre llama bueno a lo que
Dios dice que es malo y viceversa. Igualmente estamos viendo cómo se han
perdido los valores, el respeto a los padres, a los maestros, a las autoridades
en general. Vemos cómo el mundo celebra y aplaude a quienes se atreven a
desafiar a Dios con sus actos o sus palabras, celebra a quienes se brincan las
reglas de lo pre establecido, celebra a quienes son protagonistas de
escándalos, a quienes no tienen vergüenza, a quienes se han despojado de toda
dignidad y respeto por sí mismos.
El
mundo está inmerso en un caos moral que nos está acercando cada vez más a
Sodoma y Gomorra, las ciudades destruidas por Dios a causa de su depravación. Muchas
personas, aun aquellas que dicen creer en Dios, si bien no participan en actos
que Dios condena, defienden a quienes los practican, lo que igualmente los hace
culpables junto con ellos. Parece ser que personas como éstas quisieran
mostrarse más buenas que Dios al tolerar lo que Dios no tolera. Lo malo es que
entre estas personas hay algunos que se dicen cristianos… se dicen hijos de
Dios, pero simpatizan con el diablo y bien sabemos que nadie puede servir a dos
señores.
En
este mundo actual vemos desfilar mujeres que defienden el aborto llevando
pancartas que dicen: “Yo hago con mi cuerpo lo que quiero”, ¿realmente saben lo
que están diciendo? Estas mujeres podrán tener el derecho de hacer lo que
quieran con su cuerpo, pero no tienen derecho de hacerlo en contra del cuerpo
de otro, es decir sobre el cuerpo de su hijo, ese cuerpo es de otra persona y
matar a otra persona es un asesinato.
La
filosofía anarquista dice: “Nadie tiene derecho a decirme lo que debo o no debo
de hacer” y se refieren a nadie, incluyendo a Dios. Una sociedad anarquista que
no reconoce la autoridad de Dios ni la de nadie más está condenada a su propia
destrucción. Empezando por la familia, que es la base de toda sociedad y que no
puede sobrevivir sin la figura principal de autoridad que son los padres. Los
hijos necesitan la dirección de sus padres o serán como barquitos a la deriva
que van hacia un naufragio seguro. Unos hijos creciendo sin límites ni control,
terminarán en la delincuencia. La anarquía dentro de la familia es anti natural
y lleva al caos, una sociedad no puede estar compuesta por esta clase de
familias ni por ninguna otra que vaya en contra de lo establecido por el
Creador.
Romanos
13:1-2 (RVC) dice: “Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay
autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas
por Dios. Por lo tanto, aquel que se opone a la autoridad, en realidad se opone
a lo establecido por Dios, y los que se oponen acarrean condenación sobre ellos
mismos.” Nadie que se haya rebelado en contra de Dios ha terminado bien. Dice
también Proverbios 1:7 (RVC): “El principio de la sabiduría es el temor
(respeto) al Señor; los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza.” La
Palabra de Dios llama necio a aquel que desprecia la sabiduría, es decir que no
respeta a Dios ni sus enseñanzas.
Para
todo cristiano la autoridad absoluta de conducta es la Palabra de Dios, no hay
nada más sensato que confiar en la sabiduría de Dios para guiar nuestras vidas.
Él nunca se equivoca y sabe lo que es mejor para nosotros, así que no nos
dejemos arrastrar por la corriente del mundo que va a directo a su condenación.
No importa que nos digan retrógradas o anticuados o cualquier otro calificativo
que pretende ser ofensivo, nosotros somos de Dios y a Dios creemos. La Biblia
no ha pasado de moda, la Palabra de Dios no cambia, porque Él es el mismo ayer,
hoy y siempre.
“Tú
eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad, y que tu buen espíritu me guíe por
caminos rectos.” Salmos 143:10 RVC
Angélica García Sch.
Angélica García Sch.
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