El único pasaporte que sirve para viajar hacia la eternidad es el que tiene el sello de Cristo y se consigue con un único y sencillo trámite: recibiendo a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal.
Te invito a leer mis reflexiones, historias, cuentos, artículos, etc. para todas las edades, basados en principios cristianos.
miércoles, 6 de febrero de 2013
El síndrome de Tomasito
"Si no viere en
sus manos la señal de los clavos y metiere mi mano en su costado, no
creeré", declaró Tomás, cuando los demás discípulos le dijeron que habían
visto a Jesús resucitado. Tomás no creyó, hasta que Jesús mismo, días más
tarde, se paró ante él y le dijo: "Pon aquí tu dedo y mira mis manos, y
acerca tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo, sino creyente"
(Juan 20:27). Y solo entonces Tomás creyó. Jesús le dijo: "Bienaventurados
los que no vieron y creyeron".Hay muchas personas con
una incredulidad al estilo de Tomás en este mundo. Por un lado están los que
niegan la existencia de Dios, porque "no lo pueden ver" y por otro
lado están los que necesitan ver y tocar y se inventan imágenes y estatuas
palpables para depositar su fe en ellas.No tuvimos el
privilegio de conocer al Señor Jesús en carne y hueso, en su paso por este
mundo. No lo vimos con nuestros propios ojos, como lo vieron sus discípulos. No
pudimos ver ni tocar sus heridas, para comprobar que se levantó de entre los
muertos...Pero si bien no pudimos verlo con nuestros ojos físicos, nuestros
ojos espirituales lo ven en toda su gloria y majestad, por la gracia de Dios y
eso basta.No podemos ver a Dios,
¡pero con qué intensidad lo sentimos! Sería terrible que lo pudiéramos ver,
pero no le sintiéramos. Jesús se asombró de la incredulidad de sus propios
hermanos (Juan 7:5), quienes estuvieron al alcance de su vista desde siempre.
Esto nos demuestra que lo importante no es lo que nuestros ojos físicos pueden
ver, sino lo que podemos ver con nuestro corazón.La religión tradicional
ofrece imágenes a sus fieles para que las veneren. Miles de personas caen
postradas ante un Cristo de yeso, crucificado y muerto, pero ese no es el
Cristo de la Biblia. El
Cristo de la Biblia
está ¡vivo! y está sentado a la diestra del Padre en estos momentos, allá en
los cielos.El mundo no puede
comprender que la grandeza inconmensurable de Dios no puede representarse en
medio de los límites de una imagen esculpida. "¡Avergüéncese todos los que
le sirven a imágenes de talla!" (Salmo 97) Esto va en contra de la
voluntad de Dios, El prohíbe las imágenes porque la gente pierde el enfoque al
venerar a una imagen. Esto es idolatría. "No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra" (Éxodo 20:4), dice el segundo mandamiento. Pero
el mundo sigue haciéndolo hasta estos días, ¿por qué?, porque necesitan ver
para creer, como Tomás. Este el "síndrome de Tomasito", que se ha
venido pasando de generación en generación, así como las estatuillas, reliquias
y objetos "sagrados".Dios no busca que
creamos en El, manifestándose de forma material. Esto solamente ocurrió cuando
encarnó en la persona de Jesús. A través de diferentes pasajes de las Sagradas
Escrituras, podemos darnos cuenta de que El mandó construir cosas a algunos de
sus siervos, como por ejemplo a Noé, el arca (Génesis 6:14), a Moisés el
tabernáculo, el arca de la alianza y todos los utensilios (Éxodo 25:9), pero
nunca mandó a nadie que esculpiera Su propia imagen para que la adoraran,
porque Dios es espíritu y los que le adoran, en espíritu y en verdad, es
necesario que le adoren (Juan 4:24)El mora dentro de una
luz inaccesible y nadie le ha visto ni le podrá ver (1 Timoteo 6:16). El
ojo humano no puede ver a un Dios tan
Santo. Nuestros ojos están contaminados, no podrían ver la santidad de Dios. "No
podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá", dijo El a Moisés
(Éxodo 33:20) y el rostro de Moisés resplandecía después de haber estado
hablando con El en el monte Sinaí, de tal manera que los demás se atemorizaron.Los cristianos podemos
ver a Dios a través de Su Hijo Jesucristo, pues "Cristo es la imagen del
Dios invisible" (Colosenses 1:15) y se nos manifiesta en Su Espíritu
Santo, viviendo dentro de nosotros. Lo podemos ver con nuestros ojos
espirituales, que ya no están cerrados, pues al recibir a nuestro Jesús, nuestros
ojos espirituales se abrieron. Y lo veremos para siempre, porque estará con
nosotros para siempre (Juan 14:16)¡Gracias Padre por ser
tan real en nuestras vidas, que no necesitamos verte con nuestros ojos físicos
para creer en Ti!El hombre no puede ver
a Dios, pero "Las cosas invisibles de El, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo" (Romanos 1:20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario