sábado, 16 de febrero de 2013

¿Por qué Dios permite... ?



Cuando somos bebés, dependemos completamente de nuestra madre. Vamos creciendo, llegamos a la edad escolar y seguimos dependiendo de nuestros padres, pero llegamos a la adolescencia y queremos empezar a desprendernos de nuestros padres. En la edad adulta somos completamente independientes de ellos y tomamos nuestras propias decisiones. Hacemos uso del libre albedrío que Dios nos regaló, la libertad de elección. Somos responsables de nuestros actos y si cometemos errores, habrá con-secuencias. Mucha gente culpa a Dios de sus fracasos o de cualquier mal acontecimiento en su vida. Pero al tomar una decisión, no toman en cuenta a Dios, lo hacen tomando en cuenta su propio criterio. Les resulta mal y ahí sí hacen partícipe a Dios de sus derrotas, lo culpan: "¿por qué no lo evitaste?". Le reclaman después de que fueron ellos quienes tomaron una mala decisión.
Algunas personas culpan a Dios de todo el mal que hay en este mundo. La maldad viene del hombre, no de Dios. Si el hombre elige el mal, él es el único responsable. Y si lamentablemente hay daños a terceros, a inocentes, no es culpa de Dios, es el hombre quien es culpable de sus propios actos, los hombres son los que eligen el mal en lugar del bien. Dios puede evitar muchos sucesos indeseables, con una sola Palabra, tiene el poder para eso, pero, entonces tendría que quitarle al hombre el derecho al libre albedrío y transformarlo en un robot; tendría que convertirlo en una máquina, sin voluntad propia. Estamos tan acostumbrados a hacer lo que se nos viene en gana, que no valoramos el privilegio de haber sido obsequiados con esa libertad de acción y de pensamiento. ¿Qué pasaría si Dios nos la quitara? ¿Querría usted convertirse en un robot, sin voluntad propia?
Dios es como un padre que cría a sus hijos, enseñándoles el bien, pero al crecer esos hijos ya independientes, optan por el mal. Hay hijos que se vuelven rebeldes y que a pesar de haber recibido una buena educación, basada en buenos valores y principios morales, al crecer se descarrían y cometen actos que no corresponden a la educación que les dimos. ¿Somos los padres culpables de la conducta de esos hijos? ¡Por supuesto que no!, fueron esos hijos los que ignoraron las enseñanzas que les dimos. Lo mismo ocurre con nuestro Padre Dios, muchos se rebelan contra El e ignoran sus enseñanzas, se lanzan a la perdición y hacen daño a sus semejantes. Algunos se convierten en asesinos, violadores, criminales de lo peor, ¿qué pasa con esa gente? 
Dios nos da buena enseñanza en Su Palabra. Esta enseñanza está al alcance de todos, pero muchos se niegan a conocerla y otros que la conocen, se niegan a obedecerla. Dios no obliga a nadie, es decisión propia el seguir o no, sus consejos. Pero, si elegimos no seguirlos, no podemos culpar a Dios por las consecuencias que vengan como resultado de eso. Tampoco por las guerras y por todo lo malo que pasa en el mundo. Todo es producto de decisiones del hombre en contra del hombre.
Si dependemos de Dios, como un niño pequeño depende de sus padres, si confiamos en que El es quien tomará la mejor decisión para nuestras vidas; si nos dejamos guiar por El en todo momento, no es perder nuestro libre albedrío, si no que estamos haciendo uso de él, al decidir dejar guiarnos por Dios. Es una decisión nuestra el ir de la mano de Dios o soltarnos de ella y seguir nuestro propio camino, pero si nos soltamos y caemos, no lo culpemos a Él.


La ira de Dios contra la humanidad

Dice Pablo apóstol:

Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado.  Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón.  Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.
 Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.  Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza.  Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión. 
Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer.  Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos,  calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres;  son insensatos, desleales, insensibles, despiadados.  Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican.





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