viernes, 15 de febrero de 2013

Por una "manzana"



"Yo creo que Dios fue demasiado drástico con Adán y Eva. No era justo que los echara del paraíso por solo comerse una "manzana". No era para tanto"... Tal vez usted haya escuchado esta clase de comentarios o tal vez usted mismo lo hizo antes de conocer la Palabra de Dios y comprenderla. Y es que cuando no la conocemos, vivimos en tan triste ignorancia, que nos atrevemos a criticar y hasta a juzgar los actos de Dios. Pero Dios no comete errores, todo lo que hace tiene una razón y un propósito justos.

EL MISTERIO DEL ARBOL PROHIBIDO
"Y mandó Jehová al hombre diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" Génesis 2:16-17
Tal prohibición no fue un simple capricho del Creador. ¿Qué tenía de especial el fruto de aquel árbol? En primer lugar, en ninguna parte de la Biblia se especifica qué clase de árbol era, no dice si era un manzano, un peral o un naranjo, así que no es bíblico asegurar que el fruto era una manzana, como dice la mayoría. Pero esto no tiene importancia, lo que sí la tiene es que el fruto de ese árbol poseía revelación que no convenía que el hombre recibiera. Tenía conocimiento que podía llevarle a la búsqueda del poder, tal como había ocurrido con Lucifer, lo cual le acarrearía graves consecuencias. La prohibición tenía como propósito proteger al hombre... Pero el hombre ignoró esta advertencia.
El castigo era irrevocable y necesario, pues la condición del ser humano había cambiado. Se había convertido en pecador y ya no podía seguir conviviendo con su Creador, porque Dios no puede cohabitar con el pecado. Dios hizo justamente lo que tenía que hacer. Adán y Eva traicionaron su confianza y nada garantizaba que no volvieran a desobedecer y comieran también del árbol de la vida, convirtiéndose en pecadores inmortales, igual que Satanás.
El hombre se corrompió física y moralmente; le falló a Dios en cuerpo y alma. En su alma nació el deseo de rebelarse y su cuerpo cometió el acto de desobediencia. Esto provocó el advenimiento de la muerte física y espiritual. La muerte representa separación. La muerte física nos separa del mundo material. La muerte espiritual nos separa de Dios.
Después de su pecado, Adán y Eva quedaron separados de Dios, muertos espiritualmente. Con el pecado aparecieron las enfermedades y el dolor, para que el hombre estuviera consciente de su insuficiencia y su vulnerabilidad. Su paso por este mundo sería breve y tendría que trabajar duro para subsistir (quedándole así menos tiempo para pecar).

LA DESLEALTAD DEL HOMBRE
"Oíd los cielos y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí" Isaías 1:2
Somos responsables de nuestros actos. Dios nos ha dotado con la facultad de elegir entre una cosa u otra. No nos hizo como robots que el manejara como quisiera. Nos honró con el privilegio del libre albedrío, pero éste no es un "permiso" para hacer lo que se nos da la gana, como muchos piensan. Es la libertad para escoger si queremos hacer Su voluntad o no. Somos absolutamente responsables de nuestra elección, no podemos culpar a Dios por permitirnos pecar, ni mucho menos por la consecuencia de nuestros pecados.
Adán y Eva eligieron ir en contra de la voluntad de Dios y ellos fueron los únicos responsables de las consecuencias de esto. No importa si el objeto de su pecado fuera una manzana, una pera o una naranja, ese fruto prohibido simboliza la desobediencia del hombre hacia su Dios y Creador.
El pecado en sí no es el solo hecho de hacer lo malo, es la condición del ser humano en la que se involucra la voluntad con miras a un propósito egoísta. El pecado destruye todo lo bueno y hermoso que Dios quiere para nosotros. Cuando pecamos estamos rechazando el derecho que El tiene en nuestras vidas. El hombre pecador es un contrasentido del ser santo hecho por Dios, a su imagen y semejanza. El hombre pecador representa un triste remedo del diseño original.
Dios quiere protegernos cuando nos prohíbe algo. Si usted es padre o madre, sabe a lo que me refiero. Cuando usted le prohíbe algo a su hijo, sabe que lo hace por su bien, porque eso no es bueno para él o porque lo puede dañar. Así es nuestro Padre celestial con nosotros. Es un Padre sabio y justo; seamos entonces hijos sabios, obedeciendo a sus mandamientos y dándole el lugar que le corresponde en nuestras vidas.

"Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica". 1 Corintios 10:23


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