sábado, 16 de febrero de 2013

Templados para alcanzar la victoria




La palabra templanza, proviene del latín "templar". Se dice que una persona tiene temple cuando puede resistir situaciones extremosas y permanecer ecuánime. Esto es comparado al proceso que sufren ciertos metales y cristales, cuando son sometidos a temperaturas extremas, con el fin de probar su fortaleza y mejorar sus propiedades. En Japón, los guerreros templan sus espadas, sometiéndolas más de quinientas veces del rojo incandescente, en el fuego, para después sumergirlas en una tinaja de agua helada. Si una espada resiste eso, puede resistir todo.
En muchas situaciones de nuestra vida, es puesta a prueba nuestra templanza. Somos espadas que estamos siendo expuestas al fuego y al agua fría con bastante regularidad. Muchas veces no pasamos la prueba, a causa de nuestro estado emocional. Cuando nos dejamos dominar por nuestras emociones, detenemos el proceso y hay que empezar de nuevo. Por eso algunas personas parece que siempre están pasando por pruebas y pruebas, tienen que seguir siendo templadas, porque aun no adquieren el punto justo espiritualmente.
Dios permite ciertas situaciones en nuestra vida para que aprendamos a controlar nuestras emociones, la templanza va de la mano con el dominio propio. Son dones del Espíritu Santo de Dios. Debemos aprender a controlar nuestras circunstancias, no dejar que las circunstancias nos controlen a nosotros. Para esto necesitamos tener templanza.
Para llegar a ser cristianos maduros, hemos de ser templados por la mano de Dios. Muchos caen en el proceso y se van, solo los que aguanten hasta el final, podrán obtener el pulido perfecto. El mayor ejemplo lo tenemos en nuestro Señor Jesús. El pasó por todo ese proceso como ser humano. Sufrió física y emocionalmente, soportó hasta el final y obtuvo la victoria en su resurrección.
Dios nos da la fuerza interior a través de la templanza. Necesitamos ser templados para obtener la fuerza, el valor, la comprensión, la compasión, el amor, etc. para servirle y para servir a otros. El no quiere cristianos blandengues, El quiere cristianos fuertes y valientes y la única manera de llegar a serlo es llegar hasta el final de la prueba.

Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. 1 Pedro 4:12-13

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