viernes, 29 de marzo de 2013

En salud y enfermedad


María y Luis eran una pareja feliz, llevaban tres años de casados y se veían tan enamorados como el primer día. Acostumbraban a viajar mucho, aprovechando que aun no tenían hijos. En uno de esos viajes, les sorprendió la lluvia en medio del camino. Al principio no le dieron mucha importancia, pero el aguacero arreciaba cada vez más. En esa carretera no había libramiento, no podían detenerse a esperar que pasara. Luis siguió avanzando, muy lentamente, de nada servían los limpiaparabrisas, no se veía a dos metros de distancia. Era una situación desesperada, María a su lado, muy asustada, le pedía que tuviera cuidado. Los señalamientos tampoco alcanzaban a verse, así es que no se dieron cuenta de la curva pronunciada que tenían delante. El auto se salió del camino y sintieron que caían a un abismo.
Al despertar, Luis se dio cuenta de que estaba en el hospital. Le explicaron que había tenido un accidente, pero que su estado no era de gravedad, solo lesiones leves. El preguntó por su esposa, la respuesta lo dejó helado. Ella estaba viva, pero quedaría inválida de por vida. Unos meses más tarde, Luis abandonó a María, alegando que no podría pasar el resto de su vida junto a una mujer lisiada... ¿Dónde había quedado el amor que decía sentir por ella?

Parece increíble, pero hay muchos casos en que si la mujer enferma de gravedad o si sufre un accidente y queda inválida, el marido la abandona. No se siente con la capacidad para enfrentar una vida así y huye. O simplemente se da cuenta de que no la amaba tanto, como para sacrificarse por ella. Qué terrible ha de ser esto para aquellas mujeres, que ese ser en quién confiaron, las abandone cuando más lo necesitan. Por otra parte, hay mujeres que si el marido padece una enfermedad que lo mantendrá postrado para toda su vida, se buscan un amante. Igualmente, hay mujeres que abandonan a su marido, pero es más común en los hombres. También los hay que abandonan a su esposa inválida, dejándose influenciar por los "amigos", quienes  suelen aconsejarle que busque otra mujer pues "no es justo que se ate de por vida, a una que ya no va a poder satisfacerlo jamás"...En este mundo se ve de todo. La falta de amor salta a la vista en estos casos. El verdadero amor vence todos los obstáculos. El amor nunca deja de ser. El amor no busca lo suyo. Es triste ver cuánto egoísmo, cuánta insensibilidad.
La pareja que se casa, debe asumir que si alguno de los dos sufre una enfermedad que lo imposibilite de valerse por sí mismo, el otro o la otra, deberá estar a su lado, siendo sus brazos, sus piernas, sus ojos, sus oídos, etc. Eso es el matrimonio, los dos son uno, si una parte de la unidad sufre enfermedad, la parte sana, funciona por la parte enferma. Así es el verdadero amor.
La frase que se pronuncia ante el altar "en salud o enfermedad", no es un "relleno", no es solo por decir algo, es una promesa. La pareja se promete el uno al otro, estar juntos estando sanos o estando enfermos. Es una promesa que se hace delante de Dios y hay que cumplirla. Antes de casarse, hay que pensar hasta qué punto se es capaz de sacrificarse por la pareja, si no se tiene la disposición para esto, mejor es no casarse.
El matrimonio es un pacto de origen divino y como tal hay que considerarlo, respetarlo y cumplirlo en todos sus aspectos. Cuando te casas, la vida y el futuro de otra persona, dependen de ti. En tus manos está hacerla feliz o arruinarle la vida. Esa persona confía en ti, cree que cuenta contigo en salud o enfermedad.

Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Mateo 19:6





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