Sonia
llevaba apenas un mes trabajando en el despacho del abogado Roldán. El era un
hombre maduro, extremadamente cortés y respetuoso a los ojos de ella, quien lo
veía como una figura paterna. Estaba muy contenta por haber conseguido ese
trabajo con un jefe tan buena persona.
Un
día, alguien le dijo que al abogado le gustaban las jovencitas y que por eso la
había contratado, pues ya tenía "planes" para ella. Sonia se enojó machismo
y no creyó ni una palabra, ¡cómo era posible que le levantaran esa clase de
calumnia a una persona tan buena y correcta como el abogado Roldán!
Pasaron
tres meses, durante los cuales, Sonia no tuvo ninguna queja de su jefe. El
siempre se comportaba de una manera intachable y le fue tomado verdadero
aprecio. Era generoso, comprensivo y considerado, la tenía cautivada. Entonces
empezaron a suceder las cosas. Ese señor tan correcto no era lo que parecía,
solo se había tomado su tiempo para ganarse la confianza de su secretaria, con
el propósito de conseguir lo que quería.
Empezó
con invitaciones inocentes a almorzar. Ella no podía negarse, no tenía motivo
para desconfiar de él. Durante esas visitas al restaurante, él terminó por
enternecer el corazón de Sonia, contándole lo solo que se sentía por la
indiferencia de su esposa e hijos, que solo lo querían para sacarle dinero.
Nadie lo comprendía y sufría mucho...Un día llegó al extremo de soltarse
llorando delante de ella, en el momento en que se acababan de subir al auto, de
regreso al trabajo. Sonia no podía permanecer insensible ante esa escena.
Abrazó con ternura al pobre viejo, como lo hubiera hecho con su padre (así lo
veía ella)...Pero ¡oh sorpresa!, en cuanto hizo esto, el sufrido y compungido
abogado Roldán, se convirtió en un pulpo de ocho brazos y sus respectivas
manos, que la aprisionaron con vehemencia. Sonia estaba terriblemente
impresionada y decepcionada, no podía creer lo que estaba sucediendo. Luchó con
todas sus fuerzas para zafarse de aquel abrazo y furiosa y asqueada, se bajó
del auto, azotando la puerta. Ese mismo día presentó su renuncia.
Casos
como éste suceden a diario. Hombres mayores asedian a mujeres mucho más jóvenes
que ellos, en el trabajo, en las escuelas, etc. Afortunadamente el acoso sexual
ya es un delito penado por la ley. ¿A qué se debe que en este mundo, existan
tantos hombres mayores, como el abogado Roldán, que gusten de conquistar
jóvenes de la edad de sus propias hijas?
Desde
el principio de la historia de la humanidad, podemos notar que una de las
características del sexo masculino es su gran espíritu de conquista. El hombre
se siente realizado conquistando tierras, naciones, imperios, éxitos en general
y por supuesto...al sexo opuesto.
Con
la pérdida de la juventud, muchos hombres sienten que pierden su facultad para
conquistar mujeres. La principal causa de que haya tantos "viejos
verdes", es la inseguridad. Ellos sienten que reafirman su masculinidad
cuando conquistan una jovencita (aunque sepan que es por su dinero), eso los hace
sentir jóvenes y viriles otra vez.
Otra
causa muy común es la de presumir delante de sus amigos (o amigotes, como
decimos las mujeres). No hay nada que levante más su ego, que ellos se enteren
de sus conquistas.
Otra
causa es el hastío en su matrimonio, el cual no han sabido mantener vivo y
fresco. Por supuesto culpan a su mujer de esto. Pero a quien corresponde
mantener la llama viva en el matrimonio, es al hombre. Estar casados con la
misma mujer, que ya tampoco es joven, les aburre.
La
influencia del mundo juega un papel muy importante. Los medios de comunicación
exaltan la juventud, la belleza, el materialismo. Estos son los
"valores" para un hombre que se considere de éxito. Por eso también
hay ahora maquillaje para hombres, tintes para ocultar las canas, tratamientos
de belleza masculinos y muchos gimnasios para mantener una figura atractiva.
Si
un hombre ha vivido apartado de Dios durante toda su vida, es muy fácil que se
sienta atraído por esos falsos valores y no es de extrañar que se convierta en
un "viejo verde", perseguidor de muchachitas. Esto no quiere decir
que todos los hombres que no conocen lo
sean, como tampoco quiere decir que todos los hombres que sí lo conocen...no lo
sean. Un hombre de Dios también está expuesto a las tentaciones, pero de su
fidelidad y firmeza en Dios, depende que no caiga.
Dios
es quien renueva y rejuvenece el corazón del hombre. La búsqueda de placeres y
la satisfacción del ego, tal vez haga sentir más jóvenes y exitosos a algunos
hombres, pero un día tendrán que rendir cuentas delante de Dios.
Con
Dios como eje del matrimonio, la pareja envejecerá físicamente, pero su amor se
mantendrá joven por siempre.
Honroso sea en todos el
matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros
los juzgará Dios. Hebreos 13:4
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