El
hombre necesitaba ser rescatado de las garras de su opresor, que tenía gran
poder sobre él. Necesitaba ser rescatado por alguien mucho más poderoso, así
que Dios mismo asumió esa misión, en la persona de Su Hijo Jesucristo, quien
sería el Salvador de la humanidad, el único que podía reestablecer la relación
entre Dios y el hombre. Este acto de amor es el acontecimiento más importante
ocurrido desde la Creación
del mundo.
Jesús,
debía venir a este mundo, naciendo de una mujer, como todos nosotros. Dios
eligió a una mujer que reunía las cualidades para ser la madre del Salvador, se
llamaba María. María era pura y sierva fiel a Su Palabra. Ella concibió a
Jesús, por obra del Espíritu Santo de Dios, siendo virgen. A los ojos humanos
esto es algo imposible, pero para Quien creó el universo entero de la
nada...nada es imposible.
Era
víspera de la boda de María con José, un carpintero, quien recibió revelación
de parte de Dios y se casó con ella, a pesar de que ya estaba encinta.
Jesús
nació en un humilde establo, en la ciudad de Belén. Vivió como cualquier niño
de su época, creció y no se reveló como el Hijo de Dios, sino hasta la edad de
treinta años, en que comenzó su ministerio, después de ser bautizado y recibir
al Espíritu Santo, el cual descendió del cielo en forma de una paloma, a la vez
que se escuchaba una voz que decía: "Tú eres mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia". Era el Mesías anunciado por los profetas, el que
reconciliaría al hombre con Dios. Jesús traía a la humanidad un plan de
salvación. Quienes lo aceptaran serían salvos de la condenación eterna.
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