martes, 19 de febrero de 2013

El hijo amado



El hombre necesitaba ser rescatado de las garras de su opresor, que tenía gran poder sobre él. Necesitaba ser rescatado por alguien mucho más poderoso, así que Dios mismo asumió esa misión, en la persona de Su Hijo Jesucristo, quien sería el Salvador de la humanidad, el único que podía reestablecer la relación entre Dios y el hombre. Este acto de amor es el acontecimiento más importante ocurrido desde la Creación del mundo.
Jesús, debía venir a este mundo, naciendo de una mujer, como todos nosotros. Dios eligió a una mujer que reunía las cualidades para ser la madre del Salvador, se llamaba María. María era pura y sierva fiel a Su Palabra. Ella concibió a Jesús, por obra del Espíritu Santo de Dios, siendo virgen. A los ojos humanos esto es algo imposible, pero para Quien creó el universo entero de la nada...nada es imposible.
Era víspera de la boda de María con José, un carpintero, quien recibió revelación de parte de Dios y se casó con ella, a pesar de que ya estaba encinta.
Jesús nació en un humilde establo, en la ciudad de Belén. Vivió como cualquier niño de su época, creció y no se reveló como el Hijo de Dios, sino hasta la edad de treinta años, en que comenzó su ministerio, después de ser bautizado y recibir al Espíritu Santo, el cual descendió del cielo en forma de una paloma, a la vez que se escuchaba una voz que decía: "Tú eres mi Hijo amado, en quien tengo complacencia". Era el Mesías anunciado por los profetas, el que reconciliaría al hombre con Dios. Jesús traía a la humanidad un plan de salvación. Quienes lo aceptaran serían salvos de la condenación eterna. 

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