martes, 19 de febrero de 2013

Un hombre perfecto



Jesús escogió a doce hombres de diferentes estratos sociales, para enseñarles su doctrina y para que le siguieran. Dondequiera que fuera con sus discípulos, las multitudes les rodeaban para escucharlo y ver sus milagros. Sanaba enfermos, hacía ver a los ciegos, caminar a los paralíticos y resucitaba muertos. La enfermedad y la muerte, no tenían poder sobre él.
Muchos creían en él como el esperado Mesías, pero muchos también pensaban que era un revolucionario político que representaba un peligro para el gobierno. Aun en estos días, hay escépticos que piensan que Jesús de Nazaret fue solo un gran profeta o un gran filósofo. La mente humana es incapaz de comprender lo que viene de Dios, porque esto ha de comprenderse espiritualmente y recordemos que el hombre, sin Dios, está espiritualmente muerto.
Jesús anduvo predicando y enseñando, haciendo milagros y proclamando su mensaje de salvación por tres años en esta tierra. Llevó una vida perfecta, una vida sin pecado, porque él era Dios mismo, puro y santo. El demostró que se pueden vencer las tentaciones cuando se vive una vida con Dios como centro de todo. El fue tentado por Satanás, como cualquier hombre, pero no cedió. Fue y es el modelo a seguir para todo aquel que desee hacer la voluntad de Dios.

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