martes, 19 de febrero de 2013

¿Estás bien con Dios?



Muchas personas piensan que están bien con Dios porque tienen una religión, se creen buenas personas porque nunca han robado un banco, nunca han matado a nadie, trabajan, atienden a su familia, se llevan bien con todos, etc. sin embargo, mienten, viven en adulterio, engañan, critican a los demás, calumnian, juzgan, codician, se emborrachan, maldicen, etc. ¡La naturaleza humana es así! "¡Cositas que todo el mundo hace, no hay de qué preocuparse!", esa es la justificación más común, pero Dios lo llama por su nombre: pecado. El no aprueba ni justifica esa conducta.
Así también para muchas personas, el hecho de que Adán y Eva hubieran perdido el paraíso por solo comer una fruta, fue una exageración de parte de Dios, pero lo malo no era haberse comido esa fruta, sino la rebeldía, la desobediencia, la mala actitud, la traición a Dios. Todo eso es pecado y la presencia de Dios no puede estar donde hay pecado. Adán y Eva se habían convertido en pecadores, así que no era posible que siguieran conviviendo con Dios.
¿Cómo puede estar bien con Dios quien coma del fruto prohibido una y otra vez?, ¿cuántas veces quiere ser expulsado del paraíso, cada vez más lejos de Dios? Por eso fue necesario que Jesús viniera en nuestro socorro. Necesitamos ponernos a cuentas con Dios y solos no podemos. Necesitamos arrepentirnos de vivir a nuestro modo, sin tomar en cuenta a Dios, aunque nos creamos buenos. Muchos que se creen buenas personas, solo toman en cuenta a Dios en su vida, cuando necesitan algo de El. Arrepentirse es sentir pesar genuino en nuestro corazón y también un deseo genuino de cambiar.Dios perdona al pecador que se arrepiente. “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy lejos de mi” Marcos 7:1-13
¿Qué lugar ocupa Dios en tu vida en estos momentos? ¿Lo tomas en cuenta en tus decisiones? ¿Buscas hacer Su voluntad?....Si no incluyes a Dios en tu vida diaria, estás viviendo apartado de El, lo estás ignorando en tu vida, lo estás dejando a un lado, estás en las mismas condiciones que Adán, después de comer el fruto prohibido, condición que todos heredamos y conservamos si no tenemos a Cristo para que nos reconcilie con el Padre.

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