BEBES
ESPIRITUALES
Cosas
maravillosas suceden cuando comenzamos a caminar con Cristo. Hemos nacido de
nuevo al recibirlo como Señor y Salvador personal. Nacer de nuevo quiere decir
que nacemos a una nueva vida espiritual. Nos convertimos en "bebés
espirituales", muy pequeños para comprender las cosas de Dios, pero Jesús
antes de ascender a los cielos, les dijo a sus discípulos que no los dejaría
solos, que vendría a ellos un consolador, el Espíritu Santo de Dios a morar en
ellos y a guiarlos. Ese mismo Espíritu Santo de Dios mora en todos los que
recibimos a Cristo en nuestras vidas, es nuestro guía espiritual y nos ayuda a
comprender las Escrituras. El Espíritu Santo hace que Cristo sea una realidad
en nuestras vidas. Nos ayuda a vencer tentaciones y nos capacita para tomar
decisiones correctas, de acuerdo a la voluntad de Dios. Nos ayuda a cambiar de
actitud frente al pecado, transformando y limpiando nuestra mente y corazón.
RECIBIR
A CRISTO TRAE LIBERTAD
Jesucristo
nos libra del pecado, nos libra de temores, de amargura, de resentimientos, de
culpa, de vicios, de cargas, sana nuestras heridas y mucho más. Nos libera de
todo lo que ha venido estorbando en nuestra vida, lo que nos ha hecho infelices
y ha mantenido prisionero nuestro corazón. El famoso pintor y escultor, Miguel Ángel,
cuando tenía enfrente un bloque de mármol para esculpir, decía: "La figura
ya está adentro, solo hay que quitar lo que sobra para poder verla".
Cuando entregamos nuestra vida a Cristo, somos como un duro bloque de mármol.
Jesús es el escultor que quita todo lo que sobra y hace emerger una nueva
criatura, tal como la concibió la mente de Dios. Ya no estamos más prisioneros
dentro del bloque de mármol.
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