martes, 19 de febrero de 2013

Fuera de la ley



El hombre pobló la tierra y comenzó a forjarse la historia de la humanidad. El hombre no tenía a Dios y vivía una vida desenfrenada y sin control. La maldad y la rebeldía contra Dios eran manifiestas. Y Dios mandó un castigo sobre la tierra: un diluvio el cual acabaría con las criaturas vivientes. Pero tuvo misericordia de un hombre llamado Noé, él y su familia, eran fieles a Dios y El los salvó de la destrucción, así como a una pareja de cada especie animal, para que después repoblaran la tierra.
Después del diluvio la raza humana se volvió a multiplicar y otra vez prevaleció la maldad. Dios escogió a un pueblo, para manifestarse a las naciones: al pueblo de Israel. Los israelitas eran esclavos en Egipto, entonces Dios eligió a un libertador: Moisés, su siervo fiel, para liberarlos. Dios usó su poder a través de Moisés frente al faraón, para lograr el rescate de su pueblo elegido.
Dios prometió a los israelitas una tierra maravillosa y Moisés debía guiarlos hasta allá, a través del desierto. En el trayecto, Dios entregó a Moisés, las tablas en donde grabó con su propio dedo, los mandamientos de Su ley. Pero nadie fue capaz de cumplir estos mandamientos, debido a la naturaleza pecaminosa del hombre.
Dios mandó a construir un tabernáculo, que era algo así como un templo transportable y constaba de muchos elementos, entre ellos un arca, en donde se guardaban las tablas de la ley. Esto era dentro de un área llamada el Lugar Santo.
Los sacerdotes presentaban ofrendas y sacrificios de animales diariamente. Una vez al año, el sumo sacerdote, presentaba una ofrenda especial por sus propios pecados y los de la comunidad. Esto se llevaba a cabo en el llamado Lugar Santísimo, donde nadie tenía acceso, sino que únicamente el sumo sacerdote, después de purificarse. Un velo grueso protegía el Lugar Santísimo. Allí se encontraba la presencia de Dios y ese velo simbolizaba la separación de Dios y el hombre.

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