Pruébame que Dios existe
Los que no creen en Dios, lógicamente no creen en la Biblia. Si
tratamos de convencer de la existencia de Dios a un ateo, basándonos
en lo que dice la Biblia,
será difícil que lo haga porque él no cree
nada de lo que dice ahí. Pero la
Biblia misma no trata de demostrar la
existencia de Dios, la Biblia
simplemente lo afirma. No se esfuerza en
probar la existencia de Dios porque posee todos los elementos para
producir la fe necesaria para creer en El. Dice la Palabra que nunca
respondamos al necio de acuerdo a su necedad, para que no seamos
también como él (Proverbios 26:4). De nada sirve discutir con un
necio, si te desafía a que le pruebes que Dios existe, pero:
¡desafíalo tú a que te pruebe que no existe!
Físicamente no podemos demostrar su existencia, porque El es
espíritu, pero sí podemos probar las evidencias que lo revelan. A
cualquiera que afirme que Dios no es el Creador del universo,
respóndele lo que El le respondió a Job: "¿Dónde estabas tú cuando
yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia" (Job
38:4)
Si te encuentras con un incrédulo de los que piensan que saben la
verdad, porque son muy cultos, muy sabelotodos y a todo le quieren
encontrar una explicación científica, sácalo de su falsa sabiduría
en cuanto a las cosas de Dios, puesto que de esto no saben nada, ya
que saber de las cosas de Dios, no es cuestión del intelecto, sino del
espíritu. Nuestra mente humana es limitada, no alcanza a comprender la grandeza de Dios, no nos sirve para entender a Dios. Además, Dios es infinito, nosotros somos finitos y en esta condición, no podemos
probar su existencia, ya que lo limitado no puede probar lo ilimitado.
Dios no puede ser probado científicamente, en un laboratorio, pues no
es materia que pueda ser examinada. La ciencia solo hace
descubrimientos, pero no crea de la nada. Nada se crea a sí mismo,
solo Dios. Ni la ciencia ni la tecnología más avanzada puede probar
que Dios no existe, pero nosotros podemos probar que sí existe, le
pese a quien le pese, a través de nuestro testimonio, reflejando en
nuestra vida Su presencia. Testifiquemos con palabras dirigidas al
corazón de los que no creen, no hacia su mente. El Espíritu Santo
hará lo demás.
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