Esta
ha sido una síntesis de la historia del hombre con respecto a su relación con
Dios. Hemos visto que Dios creó al hombre con un propósito: convivir con El en
armonía, pero el hombre se rebeló contra Dios y quiso vivir a su manera,
apartado de su Creador y fuera de Su voluntad.
Vimos
que a causa del pecado, el hombre pasó a ser posesión de Satanás, el príncipe
de este mundo y padre de mentira, quien lo engañó y sigue engañando hasta el
día de hoy. El hombre no comprende por qué tiende a hacer lo que no le
conviene, por qué le es tan difícil no caer en tentaciones, por qué engaña,
miente, roba, por qué no se puede mantener puro de cuerpo, alma y pensamientos.
La respuesta está allí, en el huerto del Edén. Toda la humanidad heredó la
naturaleza pecaminosa que la primera pareja humana adquirió al separarse de
Dios.
Tal
vez te preguntes cuál puede ser tu papel en esta historia, que sucedió hace
tanto tiempo. Es verdad, sucedió hace muchísimo tiempo, pero no tiene fecha de
caducidad. El mismo propósito que tuvo Dios para con Adán y Eva, lo tiene para
contigo. Quiere que tú vivas en armonía con El, quiere que establezcas una
relación personal con El, que tengas una comunicación constante con El. Quiere
bendecirte, quiere protegerte, ¡quiere darte la vida eterna!
El
papel que te ofrece es el de hijo Suyo, porque todos somos criaturas de Dios,
mas no todos somos hijos de Dios. El dice que los que reciben a Su Hijo, a los
que creen en su nombre, les da potestad de ser llamados hijos de Dios. Es tu
elección, eres libre de elegir. Si recibes a Jesús como tu Salvador y dejas que
El dirija tu vida, que sane tus heridas y te dé una nueva vida, entonces tu
vida cambiará, experimentarás un nuevo nacimiento, pasarás de muerte
(espiritual) a vida. Si lo rechazas nunca podrás comprobarlo ni comprender Su
gran amor por ti y...todo seguirá igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario