¿A
qué edad madura una persona? No se puede precisar una edad exacta, algunos
maduran muy jóvenes, otros maduran cuando ya están mayorcitos y otros ¡no maduran
nunca! La mayoría de edad no es garantía de madurez. A veces las circunstancias
de la vida, hacen madurar muy jóvenes a algunas personas. Hay menores de edad
que tienen que enfrentarse a circunstancias que corresponden a un adulto, en
cambio hay jóvenes adultos y hasta adultos bastante adultos, que la vida les ha
sido fácil, han recibido y siguen recibiendo todo de sus padres y esto les ha
significado un estorbo para madurar. Otros no quieren madurar a propósito,
padecen el famoso síndrome de Peter Pan. Ellos quieren seguir siendo niños por
dentro, eluden las responsabilidades y solo quieren pasarla bien.
En
el cristiano, también existen etapas de crecimiento espiritual. La madurez
espiritual tampoco se mide en tiempos exactos. No porque una persona asista a
la iglesia desde hace veinte años, quiere decir que sea un cristiano maduro. Si
esa persona asiste los domingos a la iglesia y entre semana, no lee la Biblia,
no ora y participa en actividades mundanas, esa persona, aunque lleve veinte
años asistiendo a la iglesia, no ha crecido espiritualmente y se encuentra como
el primer día en que pisó el templo. En cambio, otros cristianos, con mucho
menos tiempo en la iglesia, pero que se alimentan a diario con la Palabra, que
oran, que han renunciado de corazón al mundo, que quieren servir al Señor,
alcanzan la madurez en poco tiempo.
Hay
muchas personas que diciéndose creyentes, eluden el compromiso con Dios, por no
sentirse capaces de cumplir. Esto es un obstáculo para alcanzar la madurez
espiritual. Pero el error está en confiar en la propia persona para cumplir con
ese compromiso. Cuando realmente queremos comprometernos con Dios, pero tememos
fallarle, ¿a quién acudir sino a El mismo, para pedirle ayuda? No temamos el
compromiso, porque tenemos una columna muy fuerte e indestructible en quien
apoyarnos. Si nos llevamos toda nuestra vida cristiana, eludiendo el
compromiso, nunca maduraremos.
Un
cristiano inmaduro está en constante peligro de caer en falsas doctrinas, las
cuales abundan en estos días. Es un niño zarandeado por las olas y llevado de
aquí para allá, por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios
de quienes emplean artimañas engañosas, como dice Efesios 4:14. Fácilmente
puede ser engañado por líderes de sectas y falsos profetas.
El
alimento es esencial para crecer en estatura y salud física, en el ser humano.
Igualmente la estatura y la salud espiritual, se alcanzan con alimento
espiritual, que es la Palabra de Dios.
Nuestro
Dios, es un Dios de pactos. Establecer un pacto, requiere compromiso de parte
de todas las personas que están involucradas en ese pacto. Todos los creyentes
tenemos un compromiso con Jesús, porque hemos sido lavados con su sangre, la
sangre del nuevo pacto, que fue derramada por la remisión de nuestros pecados.
El apóstol Pablo dice, en Gálatas 3:15, que un pacto, aunque sea hecho entre
hombres, una vez ratificado, jamás debe ser anulado, ni se le debe añadir nada.
A veces, añadimos cosas según nuestra conveniencia, a ese pacto con Jesús y
también las quitamos. Debemos ser fieles a ese pacto, así como El es fiel. La
fidelidad es muestra de madurez, sinceridad y honestidad.
No
temamos comprometernos con Dios, si nos ponemos en Sus manos, El mismo nos
ayudará a cumplir con nuestra parte del pacto.
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te
angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con
mi diestra victoriosa. Isaías 5:10
Angélica García Sch.
Angélica García Sch.
No hay comentarios:
Publicar un comentario