"Hay
camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte"
Proverbios 14:12
Cuando un
cristiano presenta el evangelio, se encuentra con diferentes reacciones de
parte de las personas, pero todos coinciden en algo: todos piensan que están
bien así como están, con su religión o creencia. La mayoría opina que con
seguir la religión de sus padres basta y "cambiarse de religión" es
algo inaceptable. Sería como una traición, sienten que no deberían ir en contra
de la tradición familiar.
"Yo estoy
bien así", es una declaración que muestra conformismo, en lugar de
convicción. El miedo al cambio, las tradiciones, la ignorancia de la Palabra de
Dios, son los puntos claves para que el evangelio sea rechazado por muchas
personas. Nadie piensa que sus padres y antepasados pudieron haber estado
equivocados. Nadie intenta comprobar si las enseñanzas que recibió desde niño,
eran las correctas. Una equivocación que pasa de generación en generación,
termina por convertirse en una verdad aceptable ante el mundo.
Cuando
conocemos al Señor, El abre nuestros ojos espirituales, los cuales estaban
cerrados por el desconocimiento de la verdad bíblica. Entonces podemos ver lo
que antes no veíamos. Dice la Palabra: "Sabiendo que fuisteis rescatados
de nuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con
cosas corruptibles, como oro y plata..." (1 Pedro 1:18).
Quien dice
"yo estoy bien así" y no quiere escuchar a los mensajeros del
evangelio, le da la espalda a Dios, que es quien los envía. Es una posición muy
cómoda, pero inconveniente. Recibir las buenas nuevas y recibir a Cristo,
equivale a hacer un compromiso y hay muchas personas en este mundo que eluden
comprometerse. Cuando conocemos las verdades bíblicas, nos damos cuenta de que
Dios no es un ser inalcanzable, lo tenemos al alcance de nuestro corazón, tan
cerca que nos puede oír. Es un compromiso hablarle todos los días, pero muchos
solo quieren hacerlo los domingos.
Es fácil decir
"yo estoy bien así", pues sin saber lo que Dios dice, nuestra actitud
hacia el pecado resulta bastante cómoda. El arrepentimiento viene a ser
ignorado y creemos que no estamos haciendo nada malo, si hacemos lo que todo el
mundo hace. La Palabra dice: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Al decir "yo estoy bien así",
estamos queriendo agradar más a los hombres que a Dios. No queremos dejar las
tradiciones familiares, porque ¡qué dirán los parientes! Nos preocupa quedar
bien con la familia, el qué dirán. Pero escudarse en las tradiciones familiares
no es más que un pretexto. Jesús estuvo en contra de las tradiciones y eso
finalmente le costó la vida. Los fariseos estaban en su contra porque él no iba
con las tradiciones, sino con las enseñanzas de su Padre solamente. Jesús
marchaba en contra de la corriente fariseica, los fariseos no tenían como eje
central a Dios, sino a sus propias ideas y teorías, es decir, quebrantaban el
primer mandamiento, anteponiendo sus reglas y tradiciones. El error más grande
que cometen quienes se guían por las tradiciones, es negarle a Dios la
oportunidad de que transforme sus vidas. Si piensan que están bien así, Dios no
va a hacer ninguna transformación, porque El no obra en contra de la voluntad
de nadie.
El papel de las
religiones en el mundo, es suplir las necesidades espirituales del hombre, pero
nunca una religión va a transformar la vida de un hombre. Solo Jesús puede
hacerlo. El hombre quiere vivir su vida sin que nadie intervenga, pero ese no
es el plan de Dios. Las religiones son producto del pensamiento humano, a
conveniencia del hombre. Solo la Santa Palabra de Dios, declara ser la verdad,
Dios mismo es su autor, no puede haber verdad en las tradiciones humanas. Nadie
puede decir que está bien basándose en las tradiciones y sin haber conocido la
verdad de la Palabra del único y verdadero Dios, Creador de este mundo.
"Este
pueblo de labios me honra, mas su corazón, está lejos de mí. Pues en vano me honran,
enseñando como doctrinas mandamientos de hombres" Marcos 7.6-7
Angélica
García Sch.
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