miércoles, 6 de abril de 2016

DONDE NO HAY LLANTO NI DOLOR


Martha tenía diez años cuando murió la madre de Luisa, su mejor amiga. En el funeral, Luisa lloraba desesperadamente y Martha no sabía cómo consolarla. Mientras el pastor predicaba, Martha imaginaba que no podría seguir viviendo si a quien enterraran fuera su propia madre, no era capaz de concebir una vida sin ella. Sintió mucha tristeza por su amiga Luisa, ¿cómo haría ella ahora para vivir sin su madre?
Después del funeral, se fueron retirando todos del lugar. Martha se acercó a Luisa y le dijo:
-       No te preocupes, yo te prestaré a mamá, ella también puede ser tu mamá ahora… - las dos niñas se abrazaron y lloraron juntas. Luego, cada quien tuvo que irse con sus respectivas familias.
-       Esa tarde, Martha le dijo a su abuela:
-       Abuelita, tengo mucho miedo.
-       ¿Por qué  mi niña?
-       Tengo miedo de que mamá también se muera, ¡no sé qué haría sin ella!
-       No, no tienes que pensar en eso, ella es joven y está sana, la mamá de Luisa era una mujer muy enferma… Estas palabras tranquilizaron a la niña y la vida siguió en paz y feliz para ella junto a su madre, su padre y su abuela. De vez en cuando, la tía de Luisa llevaba a su sobrina a casa de Martha y cada vez que se juntaban, Martha observaba a Luisa y se preguntaba cómo podía ser posible que viviera sin su mamá, ¡cómo podía jugar, comer y hasta reír sin ella!
Pasó el tiempo, las niñas ya eran adolescentes y un día Martha se atrevió a preguntarle a su amiga lo que desde hacía años significaba una incógnita para ella.
-       Luisa, ¿cómo pudiste vivir el resto de tu infancia sin tu madre? Yo no podría haberlo hecho sin mi mamá…
-       La tristeza de su ausencia todavía existe en mí Martha, pero mi tía me ayudó mucho a comprender y a asimilar lo que pasó, a pensar menos en mis propios sentimientos y a aceptar la voluntad de Dios.
-       ¿Pero cómo puede ser la voluntad de Dios, dejar a una niña sin madre?
-       Martha, Dios tuvo compasión de ella, la muerte no fue algo malo para ella, ella sufría mucho por su enfermedad y yo también sufría al verla así, aunque no quería que muriera, pero eso era algo egoísta de mi parte, porque solo pensaba en mí, en la falta que ella me iba a hacer. Por fin comprendí que ella necesitaba descansar de sus dolores y yo tenía que pensar menos en lo que necesitaba yo misma.
-       ¿Pero entonces por qué Dios no la sanó? ¿Por qué no le quitó esos dolores y la dejó viva y sana a tu lado?
-       Martita, eso no lo sé, nadie puede conocer los designios de Dios, solo sé que no debemos cuestionarlo porque Él sabe lo que hace y por qué lo hace.
-       Todavía no lo entiendo… ¿Acaso Él no nos ama? ¿Por qué nos hace sufrir entonces?
-       No Martha, él no quiere que suframos, pero en esta vida existe el dolor y las enfermedades y muchas cosas malas… por causa del pecado de Adán es que heredamos todo eso, ya lo sabes. Pero hay que pensar que nuestra vida aquí en la tierra es un suspiro, como dice mi tía, la vida que realmente importa es la otra, la que viene después de la muerte terrenal, porque esa vida es para toda la eternidad. Mi mamá ahora está con Jesús y  está viviendo esa otra vida, donde no hay sufrimiento, ni enfermedad, ni dolor, ni tristeza, por eso debo de estar contenta por ella, aunque la extrañe mucho.
-       Tienes razón en todo lo que dices. Pero no toda la gente se va con Jesús después de morir, entonces sí hay razón para estar triste. Porque no basta con creer en Dios y ser buena persona para ir al cielo ¿verdad?
-       Así es, pero ya nada podemos hacer por ellos, si en vida no quisieron aceptar el gran regalo de la salvación de Cristo, no pueden tenerla, pues la rechazaron por voluntad propia.  Aquí y en esta vida es cuando decidimos aceptar o rechazar ser salvos, después ya no hay ninguna opción de hacerlo.
-       ¡Qué terrible! Cuánta gente se va de este mundo sin haber recibido a Cristo como su Salvador, lo cual significa que no tendrán la vida eterna. Creo que los cristianos deberíamos advertir a los demás de lo peligroso que es no tomar en serio este asunto. Donde pasar la otra vida es más importante que dónde pasar ésta. La gente se desvive por tener la mejor casa para vivir, el mejor carro, la mejor ropa, siendo que nada nos llevaremos al morir, sin embargo, no se preocupa de tener lo único que importa al dejar este mundo, que es el pasaje a la vida eterna, el cual solo Jesús nos puede dar.
-       Así es, la salvación de nuestras almas es lo que más nos debe importar en esta vida, antes que todas las cosas materiales por las cuales a veces nos desvivimos tanto y que son solo pasajeras. Por eso Jesús nos dejó una comisión, una gran comisión, la de dar a conocer el evangelio a toda criatura, propagar las buenas nuevas de salvación. Imagínate si mi mamá no hubiera sido salva, ¿cómo podría yo haber soportado su muerte, sabiendo que iba a un lugar de más sufrimiento que el que tuvo aquí en la tierra?
-       Hubiera sido algo terrible, pero gracias a Dios que ella tomó la mejor decisión de su vida, cuando se propuso seguir a Cristo y ahora está junto a Él, en paz, sin ningún sufrimiento ni dolor alguno. Tienes razón al estar contenta por ella, aunque no la tengas contigo, pues sabes que está en el mejor lugar que podría estar.

“Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.” Apocalipsis 21:4 NVI

Angélica García Sch.


No hay comentarios:

Publicar un comentario