“Por
causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que resista hasta el fin
será salvado” Mateo 10:22 RVC
El
artículo 24 de la Constitución Mexicana dice:
“Toda
persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de
religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad
incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público
como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo,
siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
Nadie
podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines
políticos, de proselitismo o de propaganda política.
El
congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna.
Los
actos religiosos de culto público se celebraran ordinariamente en los templos.
Los que extraordinariamente se celebren fuera de estos se sujetarán a la ley
reglamentaria.”
Somos
afortunados por vivir en un país en donde existe la libertad de culto. Hoy en
día muchos cristianos están sufriendo persecución y muerte en diferentes partes
del mundo, como en Irak, donde los yihadistas del Estado Islámico, siembran el
terror entre los cristianos. Cientos de niños cristianos están siendo
decapitados sin piedad o llevados al desierto para que mueran de hambre y de sed.
Más de cincuenta mil refugiados cristianos se encuentran en las montañas,
completamente aislados, sin agua ni comida. Mientras tanto las potencias
internacionales, se mantienen al margen, indiferentes. Son inimaginables los
actos que cometen contra nuestros hermanos que han tenido la desgracia de nacer
en esas tierras.
Aparte
de Irak, son cincuenta los países en donde se persigue a los cristianos, entre
ellos: La India, Egipto, China, Corea del Norte, Irán, Etiopía, Vietnam,
Indonesia, Nigeria, Emiratos Árabes, Afganistán, Siria, Jordania, Colombia,
etc. Pero no podemos cantar victoria, pues aun perteneciendo a un país en donde
la Constitución proclama la libertad religiosa, esta libertad no es respetada
en ciertos puntos del territorio mexicano, como en Guerrero, Oaxaca, Jalisco y
Chiapas, siendo este último estado el más afectado.
En
el mes de Junio del 2014, representantes de la religión mayoritaria en el
municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chis. destruyeron con hachas y
machetes, las viviendas de alrededor de diecinueve familias de indígenas
evangélicos, quemando una de ellas y obligándoles a salir de ese municipio, por
la única razón de pertenecer a una entidad religiosa diferente a la de ellos. Un
grupo de religiosos tradicionalistas había amenazado anteriormente a los
evangélicos pertenecientes a la etnia tzotzil, con expulsarlos del pueblo si no
renunciaban a su fe protestante y se unían públicamente a su religión y
costumbres, lo cual obviamente, los evangélicos rechazaron.
La
gota que derramó el vaso fue la celebración de un culto en la iglesia local
Maranatha, a los religiosos les disgustó esto y encerraron a los cristianos en
una cárcel rural. Los tuvieron que liberar al día siguiente porque no había
motivo legal para retenerlos, pero les dijeron a las familias que no tenían derecho
a permanecer en la comunidad. Como los evangélicos se negaron a dejar sus
hogares, les amenazaron con quemarlos vivos y violar a sus mujeres y a sus
niñas. Entonces tuvieron que acceder en contra de su voluntad y se fueron a
refugiar en un centro comunitario del municipio. La Secretaría de Pueblos y
Cultura Indígenas del Estado les ayudó con ropa y comida, medicinas y abrigo,
pero las autoridades locales se mantuvieron indiferentes.
La
intolerancia religiosa persiste en México, no solo en el estado de Chiapas,
también se conocen casos similares en Oaxaca, Puebla, Pahuatlán, Tlanalapan y
Santa María Yohueche. Los evangélicos de estas comunidades son expulsados de
sus hogares, asesinados o amenazados de muerte, golpeados, encarcelados, son
quemadas sus casas o destruidas a hachazos, etc. pero a pesar de todo esto,
ellos no han renunciado a su fe. Son firmes en sus creencias y seguramente
serán recompensados, porque no importa lo que tengamos que padecer en este
mundo, si al dejarlo, nos espera la vida eterna al lado de nuestro Señor. Jesús
dijo: “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo
tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.» (Juan 16:33 RVC)
Demos
gracias a Dios porque en el lugar donde vivimos no existe una situación como la
de estos estados del país respecto a los cristianos evangélicos y podemos
reunirnos en paz cada vez que lo deseamos, sin temor a ser agredidos. Gracias a
Dios porque no nos han echado de nuestros hogares ni les han prendido fuego, ni
nos han dejado sin agua y sin luz por más de un año, como a otros hermanos, pero
hay que estar preparados. Las profecías apocalípticas ya se están cumpliendo y
Jesús dijo: “Entonces los entregarán a ustedes para ser torturados, y los
matarán, y todos los odiarán por causa de mi nombre.” (Mateo 24:9 RVC) Oremos
por nuestros hermanos de todo el mundo que en estos momentos están sufriendo
persecución y muerte, no los olvidemos porque están lejos, pertenecemos a un
mismo cuerpo, el cuerpo de Cristo, unidos en un mismo sentir, no importa en qué
punto del globo nos encontremos.
Si por causa de Su nombre somos perseguidos,
¡por causa de Su nombre mantengámonos firmes hasta el fin!
“…
Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no
desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no
destruidos” 2 Corintios 4:8-9
Angélica
García Sch.
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