Eran
las once de la mañana de ese domingo de
mayo. Un sol radiante se dibujaba en el cielo y una brisa fresca acariciaba el
panorama. La familia Cárdenas había planeado ir de día de campo después de la
iglesia y el día estaba ideal. Terminando el culto, se dirigieron a la puerta
del pequeño templo, se despidieron del pastor y de los demás hermanos y
partieron felices y contentos.
En
el camino, los tres niños de la familia amenizaban el viaje, cantando y
haciendo bromas. El automóvil se desplazaba suavemente por el sendero bordeado
de árboles, que formaban una especie de túnel de ramas y hojas sobre el
vehículo, proporcionando una sombra acogedora. El lugar que habían escogido
para el día de campo, estaba junto a un pequeño río, era un lugar muy hermoso y
apacible, que invitaba al deleite, a la contemplación, lleno de árboles y
flores, pero a los niños no les parecía eso de ninguna manera, porque cuando
llegaron, se bajaron del auto e inmediatamente empezaron a corretear y a
chapotear en el río muy divertidos.
-
Fue
una buena idea traerles los trajes de baño- dijo Eugenia, la madre- la vez
pasada llegaron a casa con toda la ropa mojada.
-
Sí,
es imposible prohibirles que se metan al agua, si hasta a mí me dan ganas de
chapotear- dijo riendo Simón, el padre.
-
Es
un agua muy cristalina y fresca, qué limpia está, también el prado, las flores,
todo se ve tan lindo, tan limpio, como que casi no ha sido tocado por pie
humano. Se nota que este lugar está alejado de todo y que casi nadie lo conoce,
así se mantiene tal como Dios lo hizo.
-
Así
es, como Dios lo hizo, bello y limpio. Así también nos hizo a nosotros Eugenia,
pero… ya conoces la historia…
-
Es
verdad, todo lo hizo bien en su tiempo, pero el hombre donde pone su mano o su
pie, lo echa todo a perder. Pero gracias a Dios que existen todavía lugares así
para poder disfrutar de su maravillosa naturaleza.
-
Fue
una casualidad encontrarlo aquella vez que nos perdimos, gracias a eso lo
descubrimos y hemos podido venir a disfrutarlo unas cuantas veces.
-
Yo
no creo que fuese una casualidad esposo mío. El Señor nos trajo aquella vez, Él
nos guio hasta aquí, porque quería regalarnos este lugar para que lo
disfrutáramos nosotros que somos sus hijos.
-
¡Oh,
si ha sido así, entonces es un regalo invaluable!
-
Y
lo es. Me imagino que así fue el Edén de hermoso, qué gran disparate cometieron
Adán y Eva al ceder a la tentación, ¿no pensaron en lo que podrían perder? ¡Lo
tenían todo! Un lugar como éste que les brindaba toda clase de frutos para
comer, un paisaje hermoso, no sufrían de frío ni de calor…
-
Sí
mi reina, pero lo principal era que estaban cerca de Dios y podían hablar con
Él, convivir con él, ¡imagínate! ¡qué gran privilegio! Eso era lo más
importante.
-
Es
verdad, esa fue la principal pérdida, la ruptura de su relación con Dios, la
que heredó toda la humanidad. Pero gracias a Él por su misericordia, pues envió
a Su Hijo para restablecer esa relación…
-
Mira
todo lo que nos inspira decir un paisaje como éste.
-
Sí,
esta paz y esta belleza no pueden más que recordarnos la obra perfecta del
Creador, que a pesar de nuestra infidelidad, nos da todo lo que necesitamos y
más.
-
¡Alabado
sea! ¡Gracias Señor por todas tus maravillas!- pero yo ya tengo hambre esposa
mía, ¿no quieres sacar lo que preparaste de la canasta?
-
¡Jajaja!,
¡tu estómago estorba a la reflexión marido mío! Está bien, llama a los niños-
Eugenia puso el mantel sobre el pasto y empezó a acomodar platos y vasos y la
exquisita comida que había preparado.
-
¡Tengo
mucha hambreee!- Llegó gritando Miguelito, seguido por su hermano David y
Sarah, la más pequeña. Se sentaron todos juntos, dieron gracias por los
alimentos y se dispusieron a disfrutar de la comida.
La
madre había llevado fruta de postre, a David y
Sarah les gustaban mucho las uvas, así que se adueñaron de sendos
racimos. A Miguel le agradaban más los duraznos y empezó a dar cuenta de uno
grande y jugoso. De repente dijo:
-
Mamá,
papá, ¿qué fruta era la que comieron Adán y Eva?, ¿era una manzana?
-
No
Miguelito, la Biblia no especifica qué fruta era, en realidad eso no tiene
importancia- respondió el padre.
-
Toda
la gente dice que era una manzana, ¿por qué si la Biblia no lo dice?
-
La
gente inventa muchas cosas hijo. A veces una persona dice algo que a ella le
parece y otra lo repite y otra hace lo mismo y así se van formando los dichos,
basados en afirmaciones que no son reales, sino que puras especulaciones de la
gente.
-
Sí,
se hace una cadena, ¡como el juego del teléfono descompuesto!
-
Así
es hijo, exactamente.
-
¿Y
por qué dices que no tiene importancia la clase de fruta que era la que
comieron Adán y Eva?
-
Porque
así es Miguelito, lo importante es que era un fruto prohibido por Dios y ellos
no le obedecieron, por eso tuvieron que irse del paraíso.
-
¿Solo
por comerse una fruta?
-
No,
por el significado de comerse esa fruta. Significaba que ellos no habían
obedecido a Dios, sino a la serpiente, que era el diablo disfrazado y por esto
perdieron el derecho de permanecer en el Edén junto a Dios, porque se habían
convertido en pecadores y Dios no puede convivir con el pecado.
-
¡Ahh!
Mami a veces nos prohíbe comer galletas antes de comer, entonces sí lo hacemos
¿nos echarán de la casa? – dijo el niño muy serio.
-
No
Miguelito, cómo puedes pensar eso, no es lo mismo.
-
¡Ya
lo sé! ¡Jajaja! Solo estaba bromeando- entonces el padre se puso de pie y
fingió que iba a atrapar al niño, Miguel también se puso de pie y comenzó a
correr riendo y brincando, los otros niños hicieron lo mismo y padre e hijos
corrieron por el prado riendo y persiguiéndose unos a otros. Eugenia los
contemplaba divertida y por dentro daba gracias a Dios por tener una familia
tan hermosa.
Fue
una tarde inolvidable, pero había que volver a casa, el sol ya empezaba a
ocultarse y se dispusieron a guardar todo. Allí se quedarían las risas de los
niños brincando por las colinas y las huellas de sus piececitos marcadas en la
arena del río. También quedarían flotando en el aire las reflexiones de
aquellos padres, que en armoniosa charla recordaban el principio de la vida.
Los
mejores momentos son los pasados en familia, en armonía, y sana diversión.
Agradezcamos a Dios por cada uno de esos momentos.
Angélica
García Sch.
No hay comentarios:
Publicar un comentario