miércoles, 6 de abril de 2016

UN TÚNEL LLENO DE OSCURIDAD



Un hombre avanzaba por un camino en donde los rayos del sol caían a raudales e iluminaban plenamente su andar. Podía ver perfectamente por donde iba, sus pasos eran firmes y seguros. Había caminado un buen trecho cuando a lo lejos vio un punto negro, se preguntó qué podría ser aquello y siguió avanzando. A medida de que avanzaba, el punto se hacía más grande y al fin pudo percatarse de que se trataba de un túnel. Aminoró su marcha, no quería entrar en ese túnel, no quería dejar ese camino tan lleno de luz para meterse en ese lugar lleno de oscuridad, donde no podría ver siquiera por dónde iba. El hombre estaba profundamente contrariado, si entraba en ese túnel, sería como quedarse ciego. Miró hacia atrás y contempló la luz del sol cayendo sobre los árboles, no quería cambiar esa luz por la oscuridad de aquel túnel…

En estos días, podemos ver que muchas de las señales de los últimos tiempos, anunciadas en la Biblia se están cumpliendo, una de estas señales es la apostasía. El pequeño relato que encabeza este artículo nos ilustra acerca del significado de la apostasía. Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, comenzamos a caminar en la luz, pues Él es la luz que ilumina nuestro camino. Pero si un día decidimos no seguir por ese camino, entonces ya no estaremos más en la luz, tendremos frente a nosotros un túnel oscuro y al entrar en él, nos sumergiremos en las tinieblas, tal y como nos encontrábamos antes de conocer la luz de Jesús. Esto es la apostasía. ¿Cómo es posible querer volver a la oscuridad, meternos otra vez en ese túnel oscuro en donde no sabíamos por dónde íbamos y avanzábamos errando una y otra vez? Dice Pablo en Gálatas 4:8-9: “Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, eran esclavos de los que en realidad no son dioses. Pero ahora que conocen a Dios —o más bien que Dios los conoce a ustedes—, ¿cómo es que quieren regresar a esos principios ineficaces y sin valor? ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos?”
Es obvio que antes de la apostasía vendrá un período de confusión y en medio de esta confusión, son arrastrados muchos débiles en la fe. Por eso nuestra mirada siempre debe estar en Dios y no en el hombre y nuestra mente en la Palabra de Dios y no en palabras humanas. El materialismo, la fama, la influencia del mundo o la de un falso líder espiritual, pueden hacer que un hijo de Dios se confunda y se desvíe de la sana doctrina de Jesucristo.
En estos momentos en donde en el mundo reina la violencia, las guerras, el dolor, la aflicción, la injusticia, los seres humanos tenemos un anhelo común: la paz. El mundo entero clama por la paz. Grandes líderes de distintas religiones se están uniendo en un movimiento por la paz y la unidad. Este movimiento, llamado movimiento ecuménico, pretende la unión de todas las religiones en pro de la paz y la unidad, que desde el punto de vista humanista, puede sonar muy bien a muchos, pero nosotros los cristianos no debemos buscar el sentido humanista de las cosas, porque nuestra confianza debe estar en Dios y no en los hombres. Nosotros sabemos dónde está la paz verdadera: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14:27 NVI).
El ecumenismo es un túnel en donde reina la oscuridad y lleva a la apostasía, a la perdición, porque busca derribar todas las barreras religiosas, con el fin de que exista la tolerancia suficiente para que las personas lleguen a aceptar que se puede llegar a Dios a través de diferentes vías, lo cual es totalmente anti bíblico y es un menosprecio al sacrificio de Cristo, quien es el único camino para llegar a Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.” (Juan 14:6 NVI)
La verdadera intención de la unión de las religiones es preparar a la humanidad para el reinado del Anticristo, en donde habrá una sola religión mundial dirigida por el Falso Profeta. Todo lo que vemos en este mundo actual, nos está diciendo a gritos que el Señor viene pronto. Guerras, enfermedades, inmoralidad, materialismo, perversiones, persecución de los cristianos, unión de las religiones, apostasía, falsos profetas, todos estos sucesos preceden al acontecimiento tan esperado por el mundo cristiano: la venida del Señor por su iglesia. No sabemos cuándo ocurrirá, pero sí sabemos lo que ocurrirá antes de que suceda y ya está sucediendo. “Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” (Mateo 24:36 NVI)
Imposible la unión entre el cristianismo con el islam o el budismo, ¡Jesús es único y está vivo, Mahoma y Buda, están muertos! Tampoco jamás podrá ser mezclado el cristianismo con una religión que venere ídolos, porque sabemos que esto es abominación delante de Dios. Nadie, después de probar las delicias de la libertad, quisiera volver a la esclavitud o a mezclarse con ella. Al contrario, Apocalipsis 18:4-5, dice: “Salgan de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices de sus pecados, ni los alcance ninguna de sus plagas; pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y de sus injusticias se ha acordado Dios.”
El Ecumenismo es como una ramera que se vale de pérfidas artimañas para seducir a sus posibles clientes. Una ramera negocia con su cuerpo, el Ecumenismo negocia con la fe, utilizando las emociones humanas, las necesidades de la gente y sobre todo su ignorancia. El que piense que está firme, mire que no caiga, no nos dejemos seducir por la oscuridad disfrazada de luz, pues sabemos que ese es el disfraz favorito del diablo. El Ecumenismo no proviene de Dios. No nos dejemos engañar, la unión de las religiones podría parecer lo mejor para este mundo, con el fin de que haya hermandad, unidad, paz y armonía entre los seres humanos, pero no es esta la verdadera intención del Ecumenismo. “Esos que muestran mucho interés por ganárselos a ustedes no abrigan buenas intenciones. Lo que quieren es alejarlos de nosotros para que ustedes se entreguen a ellos.” (Gálatas 4:17 NVI)

El cristianismo es un “programa” exclusivo, no existe paquete de compatibilidad alguno que lo haga funcionar con otras doctrinas.

El Dios de los cristianos es el Dios de la Biblia, Él está por sobre todas las religiones. El cristianismo no es comparable ni compatible con ninguna religión. La unificación de las religiones sugiere que se dejen de lado las diferencias, pero existe una diferencia imposible de descartar y ésta es Jesús, único e irremplazable, que nos ha dado una salvación gratuita, voluntaria e innegociable. Jamás nos pondremos bajo el dominio de un líder religioso, solo Jesús es nuestro paladín. Jesús es nuestro único, suficiente y exclusivo Salvador, único camino y único mediador entre nosotros y el Padre, al único a quien debemos obediencia y sujeción. Tampoco aceptaremos que existen otras formas de ser salvo, como sugiere el ecumenismo, ninguna religión salva, ni podemos ser salvos por obras, solo Cristo salva.
Jesús promovió la unidad entre sus discípulos, pero una unidad que está basada en una misma fe, no en una mezcla de creencias. “Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.” (Efesios 4:4-6 NVI)
Las 95 tesis que Martín Lutero clavó en la puerta de la catedral de Wittenberg, hace siete siglos, dando lugar a la Reforma Protestante, no se pueden desclavar tan fácilmente del corazón de los verdaderos cristianos evangélicos. Nuestro auténtico deber es mantener el espíritu de unión de la iglesia primitiva, fundada por Jesús, único camino y luz de nuestras vidas, no se puede mezclar la luz con la oscuridad.

“Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme. Si evitas hablar en vano, y hablas lo que en verdad vale, tú serás mi portavoz. Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos.” Jeremías 15:19 NVI

Angélica García Sch.


DOÑA ESPERANCITA



Llovía intensamente esa tarde y en el departamento de los Rodríguez, que se encontraba en el tercer piso de un pequeño edificio, estaba toda la familia a resguardo. Esteban, el padre, veía la televisión en la sala y Amelia y sus tres hijas estaban en la cocina, preparando bocadillos, entonces Clarita, la más pequeña dijo:
-       Mamá, ¿has visto cómo está allá afuera? ¡está todo inundado!… ¡Mamá, doña Esperancita!- exclamó la niña. Doña Esperancita era la portera del lugar, cargaba con muchos años encima y vivía sola en la planta baja. Los Rodríguez le tenían mucho afecto.
-       Es verdad, debemos averiguar cómo se encuentra- respondió la madre.
-       ¡Yo voy!- exclamó la pequeña.
-       No, deja que tus hermanas vayan.
-       ¡Sí, enseguida vamos!- respondió Rosa y su hermana Luisa fue detrás de ella. Bajaron las escaleras y al llegar al primer piso, vieron a Esperancita, sentada en las escaleras, sujetando fuertemente a su gato Alfredo, para que no se le escapara.
-       ¡Esperancita!, ¿qué hace usted aquí?- exclamó Rosa.
-       Ay hija, se metió el agua a mi casa, por eso me salí…
-       Pero Esperancita, ¿por qué se quedó aquí en las escaleras?, usted sabe que arriba tiene su casa, venga con nosotras, no se puede quedar aquí.
-       Pero tengo a Alfredo conmigo- dijo mostrando debajo de su chal a su gato blanco.
-       ¡Tráigalo Esperancita!, no se preocupe, subamos- Y le ayudaron a subir las escaleras hasta el tercer piso.
-       ¡Bienvenida Esperancita!- exclamó la mamá al verla.
-       Venga con nosotras, estamos preparando bocadillos. Entraron a la cocina y le ofreció una silla. La mujer se sentó, tratando de ocultar a Alfredo entre sus ropas. Amelia sonrió, llenó un platito con leche y lo puso en el piso. Esperancita soltó al gato y éste corrió a beber la leche.
-       Esperancita, ¿está muy inundada su casa, hasta dónde llega el agua?- preguntó Clarita.
-       Me llegaba a los tobillos cuando me salí.
-       Ay Esperancita, ¿trae los pies mojados? ¡Se puede enfermar!- dijo Amelia- Clarita ve por una toalla- la niña fue por la toalla y ella misma secó los pies de la anciana. Una lágrima rodó por la mejilla de la mujer.
-       ¿Pero qué le pasa Esperancita, por qué llora?- preguntó la niña- ¿está triste por su casa?
-       Ay mi niña, personas como ustedes ya no quedan en este mundo. No, no estoy triste, es mi corazón que se conmueve por sus atenciones.
La verdad era que nadie sabía nada acerca de la procedencia de doña Esperancita. Parecía que había nacido con el edificio, ella ya estaba allí antes de la llegada de cada inquilino, pero eso a nadie interesaba, bueno, casi a nadie, porque los Rodríguez siempre se lo habían preguntado entre ellos, sin atreverse a preguntárselo a ella misma, pero Amelia pensó que esa sería una buena oportunidad para hacerlo. La invitaron a pasar al comedor para merendar, la anciana se sintió un poco cohibida, pero finalmente aceptó sentarse con la familia. Hacía frío afuera y también en su cuarto de la planta baja, pero allí en casa de los Rodríguez, se sentía un calor agradable, pero más que nada, se sentía ese calor de hogar que transmite el amor familiar. Por un momento ella se imaginó que era su propia familia la que la rodeaba, era como un sueño del que no quería despertar. Entonces Amelia dijo:
-       Esperancita y usted ¿de dónde es? ¿tiene familia?
-       Mi familia es Alfredo…-respondió sonriendo- la vida ha sido dura para mí, pero le agradezco a Dios por lo que tengo, hay gente que está peor.
-       Cuando pase la lluvia, iremos a ayudarle con sus cosas Esperancita, veremos que podemos salvar- dijo Esteban.
-       ¡Uh, si casi no tengo nada señor! Una silla, una mesa, un ropero viejo y mi cama. Esas son mis pertenencias.
-       Le ayudaremos a secar y a limpiar, no se preocupe. Nunca había llovido antes de esta manera ¿verdad?
-       No señor, nunca se había metido el agua a mi cuarto sin permiso- respondió la anciana y todos rieron. ¿Cómo era posible que teniendo tan poco y bajo esas circunstancias, ella podía bromear? Esa era la pregunta que todos se hacían en ese momento. Entonces como si ella los hubiese escuchado, dijo:
-       Hace muchos años yo tuve una familia… tuve dos hijos, niño y niña… Mi esposo era un hombre que quería lo mejor para nosotros, como todo padre y esposo, así que una vez, cuando llegaron unos forasteros al pueblo y le ofrecieron un negocio muy bueno, según ellos, él aceptó pensando que una oportunidad como esa no se iba a repetir. Pero resultó ser gente mala, lo engañaron y al final lo terminaron involucrando en un crimen en el que él no participó, pero igual terminó en la cárcel… En el pueblo de donde soy, si alguien caía en la cárcel, toda su familia era señalada con dedo acusativo. La vida se volvió muy difícil para mí y mis hijos, que aún eran pequeños. Nadie me quería dar trabajo, así es que yo hacía dulces o tejía ropa de bebé para vender. Sobrevivimos por la misericordia de Dios que nunca nos dejó, de alguna u otra manera no faltó el pan en nuestra mesa.
-       ¿Y por qué se quedó allí, por qué no se fue con sus hijos a otra parte?- se entrometió Clara.
-       No podía irme y dejar a mi esposo solo allí donde estaba prisionero. Si nos íbamos, ¿quién le iba a llevar comida? Él no tenía a nadie más... Pero pasaron los años y mis hijos crecieron y se fueron del pueblo. Nunca más volví a saber de ellos. Mi esposo murió en la cárcel, murió de tristeza al saber que ellos se olvidaron de nosotros. Entonces yo me vine a la ciudad y… esa es mi historia- terminó diciendo doña Esperancita, con una sonrisa triste dibujada en sus labios arrugados por el tiempo.
Todos se quedaron en silencio, turbados, sin saber qué decir, pero Clarita siempre sabía qué decir y dijo:
-       Yo creo que usted y Alfredo no van a poder dormir en su casa hoy Esperancita- dijo Clarita-  así que se dormirá en mi cama con Alfredo y yo dormiré con mis hermanas ¡no se diga más!

Detrás de cada persona hay una historia. Muchas personas pasan desapercibidas ante nuestros ojos, pero nunca ante los ojos de Dios. Él conoce la historia de todos nosotros, conoce nuestros pensamientos, nuestras penas y alegrías. Procura que en tu historia haya siempre agradecimiento hacia Dios por los buenos y también por los malos momentos de tu vida.


Angélica García Sch.

BULLYING



Bullying es una palabra odiosa para todos, la cual significa maltrato físico o emocional constante e intencional, de parte de un niño o adolescente en contra de otro, aunque también puede tratarse de un grupo que actúa en conjunto para molestar a uno solo. La preocupación de muchas madres es que su hijo o hija esté siendo víctima del bullying, pero ninguna madre piensa que su hijo sea el victimario.
La mejor arma en contra del bullying es una buena comunicación con tu hijo(a). En la mayoría de los casos de abuso, las víctimas sufren la agresión solas y en silencio, porque no se atreven a decírselo a nadie, por vergüenza o por falta de confianza. Los padres y maestros se enteran de los casos de bullying cuando el niño o adolescente ya ha sido repetidamente agredido y está muy afectado psicológicamente.
¿Cómo percatarte de que tu hijo está siendo víctima de bullying?
La primera señal es que no quiere ir a la escuela. Si notas que tu niño busca pretextos para no ir a clases, pon atención, no lo tildes de flojo antes de conocer la verdadera causa. Podría estar evitando ir a la escuela porque allí sufre de abuso de parte de un compañero.
También debes poner atención en los cambios de humor y de comportamiento que muestre tu hijo. Si siempre fue un niño alegre y de pronto se ha vuelto un niño huraño, callado, que no ríe ni hace bromas como antes, algo está pasando y debes averiguarlo.
Igualmente debes observar si no tiene moretones o señales de golpes en su cuerpo, si es así, lo más seguro es que te diga que se cayó en la escuela, si ves que eso ocurre a menudo, empieza a preocuparte, no son simples caídas.
Otro indicio de que tu niño está siendo víctima de bullying en su escuela, es que se aísla, no quiere incorporarse al grupo, prefiere estar solo.
También puedes notarlo en el trato a sus útiles escolares, que pierde a menudo o llega a casa con éstos en mal estado. También puede ser que maltrate sus juguetes o sus cosas, como una manera de desahogarse.
Si por las noches tiene pesadillas o sueño intranquilo, puede deberse a que está sufriendo maltrato emocional en la escuela y esto repercute en su estado general, le roba la paz y ya no se siente seguro en ninguna parte.
No pienses que tu hijo está siendo victimizado cada vez que le veas un rasponcito. Toma en cuenta todos estos indicadores y si se repiten, entonces es cuando debes de intentar el diálogo. No presiones a tu niño para que te cuente qué le pasa, conversa con él tranquilamente, sin prisas, tampoco muestres ansiedad ni enojo. Hazle sentirse seguro, confiado, hazle saber que tú eres su aliada y que cuenta contigo. Sin son ambos padres los que hablan con él, mucho mejor. Después de haber comprobado que el niño está siendo víctima de bullying, deben dirigirse a las autoridades escolares e informar lo que está sucediendo.
Pero ¿qué pasa si tu hijo no es víctima, sino que él es quien abusa de los más pequeños o se burla de otro compañero constantemente, ocasionándole trauma psicológico?
En primer lugar, cuidar sus ojos, sí, sus ojos, pues la mayoría de los niños que abusan de otros, son asiduos a los video juegos, que como todos sabemos, cual más, cual menos, traen una dosis de violencia. Igualmente, vigila lo que ve en la televisión, las escenas violentas quedan grabadas en el subconsciente del niño. No le dejes mucho tiempo libre, imponle pequeñas tareas que lo mantengan ocupado, no hay peor consejero que el ocio. Pero sobretodo, habla con él, invítalo a reflexionar, háblale de la vida de Jesús, que nos enseñó a amarnos unos a otros y a vivir en armonía, porque la paz y el amor son la esencia del buen vivir.

Angélica García Sch.



UN DÍA DE CAMPO, ADÁN Y EVA Y... OTRAS COSAS


Eran las once de la  mañana de ese domingo de mayo. Un sol radiante se dibujaba en el cielo y una brisa fresca acariciaba el panorama. La familia Cárdenas había planeado ir de día de campo después de la iglesia y el día estaba ideal. Terminando el culto, se dirigieron a la puerta del pequeño templo, se despidieron del pastor y de los demás hermanos y partieron felices y contentos.
En el camino, los tres niños de la familia amenizaban el viaje, cantando y haciendo bromas. El automóvil se desplazaba suavemente por el sendero bordeado de árboles, que formaban una especie de túnel de ramas y hojas sobre el vehículo, proporcionando una sombra acogedora. El lugar que habían escogido para el día de campo, estaba junto a un pequeño río, era un lugar muy hermoso y apacible, que invitaba al deleite, a la contemplación, lleno de árboles y flores, pero a los niños no les parecía eso de ninguna manera, porque cuando llegaron, se bajaron del auto e inmediatamente empezaron a corretear y a chapotear en el río muy divertidos.
-       Fue una buena idea traerles los trajes de baño- dijo Eugenia, la madre- la vez pasada llegaron a casa con toda la ropa mojada.
-       Sí, es imposible prohibirles que se metan al agua, si hasta a mí me dan ganas de chapotear- dijo riendo Simón, el padre.
-       Es un agua muy cristalina y fresca, qué limpia está, también el prado, las flores, todo se ve tan lindo, tan limpio, como que casi no ha sido tocado por pie humano. Se nota que este lugar está alejado de todo y que casi nadie lo conoce, así se mantiene tal como Dios lo hizo.
-       Así es, como Dios lo hizo, bello y limpio. Así también nos hizo a nosotros Eugenia, pero… ya conoces la historia…
-       Es verdad, todo lo hizo bien en su tiempo, pero el hombre donde pone su mano o su pie, lo echa todo a perder. Pero gracias a Dios que existen todavía lugares así para poder disfrutar de su maravillosa naturaleza.
-       Fue una casualidad encontrarlo aquella vez que nos perdimos, gracias a eso lo descubrimos y hemos podido venir a disfrutarlo unas cuantas veces.
-       Yo no creo que fuese una casualidad esposo mío. El Señor nos trajo aquella vez, Él nos guio hasta aquí, porque quería regalarnos este lugar para que lo disfrutáramos nosotros que somos sus hijos.
-       ¡Oh, si ha sido así, entonces es un regalo invaluable!
-       Y lo es. Me imagino que así fue el Edén de hermoso, qué gran disparate cometieron Adán y Eva al ceder a la tentación, ¿no pensaron en lo que podrían perder? ¡Lo tenían todo! Un lugar como éste que les brindaba toda clase de frutos para comer, un paisaje hermoso, no sufrían de frío ni de calor…
-       Sí mi reina, pero lo principal era que estaban cerca de Dios y podían hablar con Él, convivir con él, ¡imagínate! ¡qué gran privilegio! Eso era lo más importante.
-       Es verdad, esa fue la principal pérdida, la ruptura de su relación con Dios, la que heredó toda la humanidad. Pero gracias a Él por su misericordia, pues envió a Su Hijo para restablecer esa relación…
-       Mira todo lo que nos inspira decir un paisaje como éste.
-       Sí, esta paz y esta belleza no pueden más que recordarnos la obra perfecta del Creador, que a pesar de nuestra infidelidad, nos da todo lo que necesitamos y más.
-       ¡Alabado sea! ¡Gracias Señor por todas tus maravillas!- pero yo ya tengo hambre esposa mía, ¿no quieres sacar lo que preparaste de la canasta?
-       ¡Jajaja!, ¡tu estómago estorba a la reflexión marido mío! Está bien, llama a los niños- Eugenia puso el mantel sobre el pasto y empezó a acomodar platos y vasos y la exquisita comida que había preparado.
-       ¡Tengo mucha hambreee!- Llegó gritando Miguelito, seguido por su hermano David y Sarah, la más pequeña. Se sentaron todos juntos, dieron gracias por los alimentos y se dispusieron a disfrutar de la comida.
La madre había llevado fruta de postre, a David y  Sarah les gustaban mucho las uvas, así que se adueñaron de sendos racimos. A Miguel le agradaban más los duraznos y empezó a dar cuenta de uno grande y jugoso. De repente dijo:
-       Mamá, papá, ¿qué fruta era la que comieron Adán y Eva?, ¿era una manzana?
-       No Miguelito, la Biblia no especifica qué fruta era, en realidad eso no tiene importancia- respondió el padre.
-       Toda la gente dice que era una manzana, ¿por qué si la Biblia no lo dice?
-       La gente inventa muchas cosas hijo. A veces una persona dice algo que a ella le parece y otra lo repite y otra hace lo mismo y así se van formando los dichos, basados en afirmaciones que no son reales, sino que puras especulaciones de la gente.
-       Sí, se hace una cadena, ¡como el juego del teléfono descompuesto!
-       Así es hijo, exactamente.
-       ¿Y por qué dices que no tiene importancia la clase de fruta que era la que comieron Adán y Eva?
-       Porque así es Miguelito, lo importante es que era un fruto prohibido por Dios y ellos no le obedecieron, por eso tuvieron que irse del paraíso.
-       ¿Solo por comerse una fruta?
-       No, por el significado de comerse esa fruta. Significaba que ellos no habían obedecido a Dios, sino a la serpiente, que era el diablo disfrazado y por esto perdieron el derecho de permanecer en el Edén junto a Dios, porque se habían convertido en pecadores y Dios no puede convivir con el pecado.
-       ¡Ahh! Mami a veces nos prohíbe comer galletas antes de comer, entonces sí lo hacemos ¿nos echarán de la casa? – dijo el niño muy serio.
-       No Miguelito, cómo puedes pensar eso, no es lo mismo.
-       ¡Ya lo sé! ¡Jajaja! Solo estaba bromeando- entonces el padre se puso de pie y fingió que iba a atrapar al niño, Miguel también se puso de pie y comenzó a correr riendo y brincando, los otros niños hicieron lo mismo y padre e hijos corrieron por el prado riendo y persiguiéndose unos a otros. Eugenia los contemplaba divertida y por dentro daba gracias a Dios por tener una familia tan hermosa.
Fue una tarde inolvidable, pero había que volver a casa, el sol ya empezaba a ocultarse y se dispusieron a guardar todo. Allí se quedarían las risas de los niños brincando por las colinas y las huellas de sus piececitos marcadas en la arena del río. También quedarían flotando en el aire las reflexiones de aquellos padres, que en armoniosa charla recordaban el principio de la vida.

Los mejores momentos son los pasados en familia, en armonía, y sana diversión. Agradezcamos a Dios por cada uno de esos momentos.

Angélica García Sch.


POR CAUSA DE SU NOMBRE


“Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que resista hasta el fin será salvado” Mateo 10:22 RVC

El artículo 24 de la Constitución Mexicana dice:

“Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política.
El congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebraran ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de estos se sujetarán a la ley reglamentaria.”

Somos afortunados por vivir en un país en donde existe la libertad de culto. Hoy en día muchos cristianos están sufriendo persecución y muerte en diferentes partes del mundo, como en Irak, donde los yihadistas del Estado Islámico, siembran el terror entre los cristianos. Cientos de niños cristianos están siendo decapitados sin piedad o llevados al desierto para que mueran de hambre y de sed. Más de cincuenta mil refugiados cristianos se encuentran en las montañas, completamente aislados, sin agua ni comida. Mientras tanto las potencias internacionales, se mantienen al margen, indiferentes. Son inimaginables los actos que cometen contra nuestros hermanos que han tenido la desgracia de nacer en esas tierras.
Aparte de Irak, son cincuenta los países en donde se persigue a los cristianos, entre ellos: La India, Egipto, China, Corea del Norte, Irán, Etiopía, Vietnam, Indonesia, Nigeria, Emiratos Árabes, Afganistán, Siria, Jordania, Colombia, etc. Pero no podemos cantar victoria, pues aun perteneciendo a un país en donde la Constitución proclama la libertad religiosa, esta libertad no es respetada en ciertos puntos del territorio mexicano, como en Guerrero, Oaxaca, Jalisco y Chiapas, siendo este último estado el más afectado.
En el mes de Junio del 2014, representantes de la religión mayoritaria en el municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chis. destruyeron con hachas y machetes, las viviendas de alrededor de diecinueve familias de indígenas evangélicos, quemando una de ellas y obligándoles a salir de ese municipio, por la única razón de pertenecer a una entidad religiosa diferente a la de ellos. Un grupo de religiosos tradicionalistas había amenazado anteriormente a los evangélicos pertenecientes a la etnia tzotzil, con expulsarlos del pueblo si no renunciaban a su fe protestante y se unían públicamente a su religión y costumbres, lo cual obviamente, los evangélicos rechazaron.
La gota que derramó el vaso fue la celebración de un culto en la iglesia local Maranatha, a los religiosos les disgustó esto y encerraron a los cristianos en una cárcel rural. Los tuvieron que liberar al día siguiente porque no había motivo legal para retenerlos, pero les dijeron a las familias que no tenían derecho a permanecer en la comunidad. Como los evangélicos se negaron a dejar sus hogares, les amenazaron con quemarlos vivos y violar a sus mujeres y a sus niñas. Entonces tuvieron que acceder en contra de su voluntad y se fueron a refugiar en un centro comunitario del municipio. La Secretaría de Pueblos y Cultura Indígenas del Estado les ayudó con ropa y comida, medicinas y abrigo, pero las autoridades locales se mantuvieron indiferentes.
La intolerancia religiosa persiste en México, no solo en el estado de Chiapas, también se conocen casos similares en Oaxaca, Puebla, Pahuatlán, Tlanalapan y Santa María Yohueche. Los evangélicos de estas comunidades son expulsados de sus hogares, asesinados o amenazados de muerte, golpeados, encarcelados, son quemadas sus casas o destruidas a hachazos, etc. pero a pesar de todo esto, ellos no han renunciado a su fe. Son firmes en sus creencias y seguramente serán recompensados, porque no importa lo que tengamos que padecer en este mundo, si al dejarlo, nos espera la vida eterna al lado de nuestro Señor. Jesús dijo: “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.» (Juan 16:33 RVC)
Demos gracias a Dios porque en el lugar donde vivimos no existe una situación como la de estos estados del país respecto a los cristianos evangélicos y podemos reunirnos en paz cada vez que lo deseamos, sin temor a ser agredidos. Gracias a Dios porque no nos han echado de nuestros hogares ni les han prendido fuego, ni nos han dejado sin agua y sin luz por más de un año, como a otros hermanos, pero hay que estar preparados. Las profecías apocalípticas ya se están cumpliendo y Jesús dijo: “Entonces los entregarán a ustedes para ser torturados, y los matarán, y todos los odiarán por causa de mi nombre.” (Mateo 24:9 RVC) Oremos por nuestros hermanos de todo el mundo que en estos momentos están sufriendo persecución y muerte, no los olvidemos porque están lejos, pertenecemos a un mismo cuerpo, el cuerpo de Cristo, unidos en un mismo sentir, no importa en qué punto del globo nos encontremos.
Si  por causa de Su nombre somos perseguidos, ¡por causa de Su nombre mantengámonos firmes hasta el fin!

“… Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos” 2 Corintios 4:8-9

Angélica García Sch.


DE MUJERES Y DE PLANTAS


A la mayoría de las mujeres nos gustan las plantas y las flores, tenerlas en casa para alegrar el ambiente es una costumbre muy sana y además decorativa. Las mujeres podríamos compararnos con las plantas en algunos aspectos: las mujeres necesitamos cuidados, las plantas también, las mujeres somos un instrumento para dar vida, las plantas generan nuevas vidas. Las mujeres somos delicadas y frágiles, las plantas igualmente lo son.
La belleza está asociada al género femenino, como también está asociada a las plantas y a las flores, como parte de una naturaleza maravillosa en toda su extensión. Hay muchas similitudes entre las mujeres y las plantas, pero también hay algunas semejanzas trágicamente negativas, como por ejemplo, que las plantas son consideradas un objeto de ornato y lamentablemente algunas mujeres también, con la diferencia de que las plantas no tienen voluntad propia, pero las mujeres sí.
Hay diversos motivos por los que una mujer se rebaja voluntariamente a la categoría de una planta de ornato, pero el que impera en un 99% es el dinero. Qué triste es ver a una mujer que exhibe su cuerpo por dinero, apoyada por una sociedad que dice: ¡Haz lo que tú quieras, sácale provecho a lo que tienes, fuera los prejuicios, todo está permitido, el fin justifica los medios! En este mundo actual ya no existen culpas ni vergüenza. Es un mundo de apariencias donde no importa si para destacar en la sociedad, se tenga que utilizar a otro ser humano como objeto decorativo o convertirse uno mismo en ello. Pero todo esto sucede porque las mismas mujeres lo permiten y algunas hasta lo propician.
Dios otorgó belleza a la mujer para atraer a su esposo, para que él encontrara deleite estando cerca de ella. La belleza femenina no es un arma, como muchas mujeres piensan, es un regalo de Dios que hay que agradecer y cuidar, pero lo que muchas mujeres han olvidado es que hay otro tipo de belleza que es más valiosa, más importante y que hay que cuidar más aún que la belleza física y ésta es la belleza del alma, la belleza que realmente vale para Dios. Ésta es la belleza que perdura, la belleza física es efímera como las hojas de una planta que caen cada año y dejan las ramas desnudas.
Una planta pierde sus hojas cada año, pero la savia sigue manteniéndola viva, hasta que llega la primavera donde la planta recupera su belleza porque Dios la vuelve a vestir con nuevas hojas y flores. Hay mujeres que se sienten vencidas, derrotadas, arrepentidas de su vida pasada, sin ilusiones porque además han perdido su belleza. Son como una planta que ha perdido todas sus hojas, pero sin esperanza de recuperarlas. Estas mujeres se visten de amargura y soledad. Pero hay esperanza para estas mujeres a quienes después de haber sacado provecho, la sociedad rechaza, porque para Dios no hay acepción de personas. Por ellas también murió Cristo. Hay esperanza de una nueva vida, una vida plena y feliz. Porque al entregar su vida a Cristo y permitir que Él la renueve, que la vista de nuevas esperanzas, ella renacerá y su vida pasada quedará atrás y olvidada para Dios. No hay pecado tan grande que Dios no pueda perdonar, excepto que se rechace a Su Hijo.
Mujer, no importa lo que viviste en el pasado, cuando recibes a Cristo en tu vida y se la entregas de todo corazón, ese pasado es borrado, son perdonados tus pecados y comienzas a vivir una nueva vida, como una nueva criatura, como una plantita llena de retoños y renovada belleza.


De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! 2 Corintios 5:17 RVC


Angélica García Sch.

DONDE NO HAY LLANTO NI DOLOR


Martha tenía diez años cuando murió la madre de Luisa, su mejor amiga. En el funeral, Luisa lloraba desesperadamente y Martha no sabía cómo consolarla. Mientras el pastor predicaba, Martha imaginaba que no podría seguir viviendo si a quien enterraran fuera su propia madre, no era capaz de concebir una vida sin ella. Sintió mucha tristeza por su amiga Luisa, ¿cómo haría ella ahora para vivir sin su madre?
Después del funeral, se fueron retirando todos del lugar. Martha se acercó a Luisa y le dijo:
-       No te preocupes, yo te prestaré a mamá, ella también puede ser tu mamá ahora… - las dos niñas se abrazaron y lloraron juntas. Luego, cada quien tuvo que irse con sus respectivas familias.
-       Esa tarde, Martha le dijo a su abuela:
-       Abuelita, tengo mucho miedo.
-       ¿Por qué  mi niña?
-       Tengo miedo de que mamá también se muera, ¡no sé qué haría sin ella!
-       No, no tienes que pensar en eso, ella es joven y está sana, la mamá de Luisa era una mujer muy enferma… Estas palabras tranquilizaron a la niña y la vida siguió en paz y feliz para ella junto a su madre, su padre y su abuela. De vez en cuando, la tía de Luisa llevaba a su sobrina a casa de Martha y cada vez que se juntaban, Martha observaba a Luisa y se preguntaba cómo podía ser posible que viviera sin su mamá, ¡cómo podía jugar, comer y hasta reír sin ella!
Pasó el tiempo, las niñas ya eran adolescentes y un día Martha se atrevió a preguntarle a su amiga lo que desde hacía años significaba una incógnita para ella.
-       Luisa, ¿cómo pudiste vivir el resto de tu infancia sin tu madre? Yo no podría haberlo hecho sin mi mamá…
-       La tristeza de su ausencia todavía existe en mí Martha, pero mi tía me ayudó mucho a comprender y a asimilar lo que pasó, a pensar menos en mis propios sentimientos y a aceptar la voluntad de Dios.
-       ¿Pero cómo puede ser la voluntad de Dios, dejar a una niña sin madre?
-       Martha, Dios tuvo compasión de ella, la muerte no fue algo malo para ella, ella sufría mucho por su enfermedad y yo también sufría al verla así, aunque no quería que muriera, pero eso era algo egoísta de mi parte, porque solo pensaba en mí, en la falta que ella me iba a hacer. Por fin comprendí que ella necesitaba descansar de sus dolores y yo tenía que pensar menos en lo que necesitaba yo misma.
-       ¿Pero entonces por qué Dios no la sanó? ¿Por qué no le quitó esos dolores y la dejó viva y sana a tu lado?
-       Martita, eso no lo sé, nadie puede conocer los designios de Dios, solo sé que no debemos cuestionarlo porque Él sabe lo que hace y por qué lo hace.
-       Todavía no lo entiendo… ¿Acaso Él no nos ama? ¿Por qué nos hace sufrir entonces?
-       No Martha, él no quiere que suframos, pero en esta vida existe el dolor y las enfermedades y muchas cosas malas… por causa del pecado de Adán es que heredamos todo eso, ya lo sabes. Pero hay que pensar que nuestra vida aquí en la tierra es un suspiro, como dice mi tía, la vida que realmente importa es la otra, la que viene después de la muerte terrenal, porque esa vida es para toda la eternidad. Mi mamá ahora está con Jesús y  está viviendo esa otra vida, donde no hay sufrimiento, ni enfermedad, ni dolor, ni tristeza, por eso debo de estar contenta por ella, aunque la extrañe mucho.
-       Tienes razón en todo lo que dices. Pero no toda la gente se va con Jesús después de morir, entonces sí hay razón para estar triste. Porque no basta con creer en Dios y ser buena persona para ir al cielo ¿verdad?
-       Así es, pero ya nada podemos hacer por ellos, si en vida no quisieron aceptar el gran regalo de la salvación de Cristo, no pueden tenerla, pues la rechazaron por voluntad propia.  Aquí y en esta vida es cuando decidimos aceptar o rechazar ser salvos, después ya no hay ninguna opción de hacerlo.
-       ¡Qué terrible! Cuánta gente se va de este mundo sin haber recibido a Cristo como su Salvador, lo cual significa que no tendrán la vida eterna. Creo que los cristianos deberíamos advertir a los demás de lo peligroso que es no tomar en serio este asunto. Donde pasar la otra vida es más importante que dónde pasar ésta. La gente se desvive por tener la mejor casa para vivir, el mejor carro, la mejor ropa, siendo que nada nos llevaremos al morir, sin embargo, no se preocupa de tener lo único que importa al dejar este mundo, que es el pasaje a la vida eterna, el cual solo Jesús nos puede dar.
-       Así es, la salvación de nuestras almas es lo que más nos debe importar en esta vida, antes que todas las cosas materiales por las cuales a veces nos desvivimos tanto y que son solo pasajeras. Por eso Jesús nos dejó una comisión, una gran comisión, la de dar a conocer el evangelio a toda criatura, propagar las buenas nuevas de salvación. Imagínate si mi mamá no hubiera sido salva, ¿cómo podría yo haber soportado su muerte, sabiendo que iba a un lugar de más sufrimiento que el que tuvo aquí en la tierra?
-       Hubiera sido algo terrible, pero gracias a Dios que ella tomó la mejor decisión de su vida, cuando se propuso seguir a Cristo y ahora está junto a Él, en paz, sin ningún sufrimiento ni dolor alguno. Tienes razón al estar contenta por ella, aunque no la tengas contigo, pues sabes que está en el mejor lugar que podría estar.

“Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.” Apocalipsis 21:4 NVI

Angélica García Sch.